sábado, 12 de abril de 2008

Carlos Angulo: TRIANGULACION FASCISTA CONTRA VENEZUELA

De: joo cesar - jocajoo1@yahoo.es
Fecha: Sáb, 12 de Abr, 2008 7:54 am
Asunto: Carlos Angulo: TRIANGULACION FASCISTA CONTRA VENEZUELA

Carlos Angulo Rivas 10 de abril de 2008


Coletillas al Margen
Triangulación fascista contra Venezuela
Colombia-Perú-USA

La ultraderecha internacional fascista está con los ojos puestos en América Latina y se encuentra muy activa en cuanto al objetivo fundamental de recuperar el terreno perdido. La descarada violación del territorio ecuatoriano, incursión armada de aniquilamiento de un contingente guerrillero de las FARC empleando alta tecnología, misil teledirigido “inteligente” de uso exclusivo del ejército norteamericano, no es un asunto terminado
Carlos Angulo Rivas
La provocación continúa y este ensayo de iniciar una guerra cuyos resultados inmediatos estaban pensados en el derrocamiento de los presidentes Hugo Chávez y Rafael Correa, ha quedado enmascarado en la forzada e insincera diplomacia del apretón de manos. De esta suerte, fracasado el intento guerrero, la profunda preocupación de la Casa Blanca no es las FARC (40 años de insurgencia), ni el intercambio humanitario de rehenes ni el narcotráfico ni los paramilitares ni la permanente violación de los derechos humanos en Colombia, sino los avances de integración autónoma de Latinoamérica impulsada por las ideas bolivarianas; una integración de los pueblos que escape, una vez constituida, al control absoluto del continente por parte de Estados Unidos como ocurre hasta ahora. De allí que el viejo conflicto colombiano se quiera convertir en el pretexto para ampliar la intervención militar en la región, más aún cuando en perspectiva la Casa Blanca ve caer, el pasado de moda, estilo de control sobre nuestros países.
La tendencia impulsada por el ALBA Y MERCOSUR con resultados concretos como el Banco del Sur; TELESUR; la lucha contra el terrorismo de Estado y mediático; los acuerdos energéticos entre Venezuela, Bolivia, Argentina y Brasil o sea la llamada alianza energética sudamericana PETROSUR; la sugerencia de la mayoría de presidentes de la región de seguir un modelo similar al de la integración de la Unión Europea; la propuesta del presidente Lula de un Consejo Sudamericano de Defensa; la refinería bi-nacional Brasil-Venezuela en Pernambuco como base para formar PETROSUR; son proyectos viables autónomos, algunos ya en plena ejecución, que demuestran una reorientación de la política internacional de la región, independiente de Estados Unidos y contrapuesta al modelo acaparador de las inversiones y los beneficios resultantes, el negocio redondo de los monopolios transnacionales amparado en la globalización y el neoliberalismo. El reciente viaje del presidente Hugo Chávez a Brasil donde con el presidente Luiz Inácio Lula da Silva, firmaron ocho acuerdos de cooperación en educación, agroindustria y ganadería, desarrollo productivo y seguridad alimentaría; y sobre la constitución de una empresa mixta entre PDVSA y PETROBAS, que construirá y operará la refinería Abreu e Lima (inversión cercana a los cinco mil millones de dólares,) confirman la vocación de los pueblos de liberarse de la tutela norteamericana en lo económico, político y tecnológico.
Liberación política y económica, promovida por gobiernos populares y democráticos, que lógicamente despiertan la alarma y el rechazo de los políticos norteamericanos de ambos partidos, republicanos y demócratas, quienes se creen en el derecho de manejar a su antojo una región considerada, por ellos mismos, como su patio trasero desde la proclamación de la doctrina Monroe. Además, esta nueva orientación gubernativa renovadora, fundamental y concluyente, está sustentada en la dinámica de la democracia participativa, inadmisible desde el punto de vista del poder monopólico empresarial nacional y transnacional, acostumbrado a la mesa servida de los partidos políticos tradicionales de las oligarquías serviles y corruptas. Y el asunto de fondo es que la democracia participativa ha hecho perder el poder político y el control sobre las colectividades a estos partidos tradicionales; un acontecimiento inesperado, de cierta manera subversivo, si se tiene en cuenta la manipulación histórica con la cual siempre sometieron a los pueblos por las buenas o por las malas; de allí nace, qué duda cabe, la desesperación de la clase social rentista, opulenta y abusiva, que acompaña entusiastamente la acción desestabilizadora y saboteadora de la derecha fascista internacional que dirige George W. Bush.
En consecuencia, frente a este despertar de los pueblos hay mucho por hacer. No es la primera vez que la guerra entre el gran capital y los millones de pobres de todo el mundo está declarada y presente. En América Latina esta guerra nunca perdió su facultad y práctica, por ese motivo los fascistas tratan de llevarla a cabo allí donde ellos han perdido el control absoluto, pero no todo el control, pues aún los capitalistas antipatriotas tienen mecanismos de poderío y dominación en esferas claves de la producción, en el fomento de la inmoralidad y el soborno, en la media masiva (radio, TV, periódicos, revistas) y sectores militares desclasados. Ahí los observamos y los tenemos dispuestos a llegar hasta el crimen si fuera necesario. La derecha internacional fascista trata de disfrazar por todos los medios sus protervas intenciones y pide a los cuatro vientos la gobernabilidad, que para sus integrantes significa dejarlos hacer lo que les venga en gana en cualquier país. En esta dirección existe una gobernabilidad mal entendida por la derecha fascista, mediante la cual se pretende llegar a una inaceptable conciliación con las mayorías pobres; y la señalamos como inaceptable, pues los gobiernos pro imperialistas no proclaman la justicia social, ni la equidad ni el respeto a las libertades democráticas clásicas sino que quieren de los trabajadores y los pobres la aceptación del abuso y de la imposición en todas sus dimensiones. La represión a las movilizaciones sociales, muertes incluidas y la persecución ideológica totalitaria son dispositivos nunca olvidados por los elementos fascistas.
La mentalidad de la derecha fascista y tradicional de Latinoamérica no es negociar, no es llegar a consensos democráticos, no es ceder ante justos reclamos, no es terminar con la pobreza, ni el analfabetismo, ni la falta de trabajo ni la insalubridad o mortandad infantil, sino imponer la ley de ellos y para ellos, mientras, por supuesto, mantengan el control del aparato del Estado y sus órganos represivos que van desde la Fuerza Armada y Policial hasta el último fiscal o juez timorato o corrupto. Esa es la única gobernabilidad que aceptan a pesar de los “acuerdos nacionales” escritos en letras de molde sin la más mínima intención de ponerlos en práctica, pues sólo sirven para sermonear y distraer la lucha principal de los trabajadores y campesinos. Para esta imposición arbitraria, administrativa, judicial y económica, los gobiernos tradicionales se valen de la inmoralidad, la tiranía mediática, el sometimiento ideológico y la libertad restringida, mecanismos usuales de la democracia a la que llaman representativa, siendo, además, la única forma de controlar el Estado cuando la oposición siempre constituye más del doble de los gobiernistas.
El advenimiento de la revolución cubana fue un grito soberano de independencia, de liberación nacional y social; hoy la revolución bolivariana y la irradiación de una forma de gobierno participativo y popular han calado hondo en los pueblos del continente a pesar de la furia de quienes sin razón lógica y valedera tachan de dictadura al más democrático de los líderes, en tanto y en cuanto el presidente Hugo Chávez ha realizado consultas populares, electivas y no electivas, diez veces consecutivas en apenas nueve años desde que asumiera el poder. En cambio la triangulación fascista recién formada por George Bush, Álvaro Uribe y Alan García, la más nítida entente en contra de Venezuela, goza de una representatividad precaria y casi nula. Bush, por primera vez en Norteamérica, llegó a la Casa Blanca a través de un fraude electoral en el Estado de Florida y actualmente su aprobación alcanza a duras penas el 30% de los ciudadanos de su país; Álvaro Uribe de Colombia fue elegido por segunda vez, él mismo aprobó la reelección, a través de una imposición del sistema electoral, viciado en sí mismo por el estado de guerra civil en Colombia, donde del total de votantes 26’731,700 registrados, asistieron a votar apenas 12’058,788 o sea el 45%, la otra parte, más de la mitad del país, simplemente fue impedida de votar o fue indiferente a las maniobras de un proceso corrompido intrínsicamente; y de esa porción minoritaria de ciudadanos Uribe sacó 7’363,421 votos lo cual significa que se reinstaló en la presidencia de la república escasamente con 27.5% del electorado nacional ¿puede ser representativo de todo Colombia un sujeto elegido de esa manera? difícil, pero ahí está; y Alan García Pérez, el otro del triunvirato, montó un fraude en la primera vuelta electoral que ganó Ollanta Humala ampliamente y en la segunda vuelta arremetió con todo lo que pudo logrando ganar por una diferencia mínima, atribuible al montaje de un contrabando mediático de la derecha fascista y la embajada norteamericana en Lima; siendo que en la actualidad este personajillo goza de una dramática falta de apoyo a su gobierno, cuya característica principal es regalar el Perú entero, habitantes incluidos, a las empresas transnacionales, mientras él y su pandilla se forran los bolsillos repitiendo la brutal inmoralidad de su primer gobierno 1985-1990; además, conocido es que su nivel de aprobación nacional difícilmente llega al 25% y en las regiones andinas y amazónicas tiene vergonzosas marcas de 10% y menos.
Sin embargo, a pesar de esta ridícula y exigua representatividad política, tanto de Uribe como de García y la del propio Bush, ellos al unísono tachan de dictador a Hugo Chávez como si fueran líderes multitudinarios; y valiéndose de esa artimaña el presidente norteamericano y la CIA han montado una campaña maniático-desestabilizadora fascista contra Venezuela y de paso contra quienes apoyen la revolución bolivariana o sea los gobiernos de Bolivia, Ecuador, Nicaragua, Argentina; y Brasil y Uruguay en menor grado. Pero la triangulación fascista de Bush y sus esbirros, Uribe y García, va mucho más allá de los ataques mediáticos, de las presiones económicas y de las políticas, pues el plan en realidad apunta al incremento de la presencia militar yanqui en Sudamérica a fin de contrarrestar los aires renovadores, nacionalistas y revolucionarios; siendo los mandatarios colombiano y peruano simples fichas estratégicas y propagandísticas. No olvidemos el Plan Cóndor y tengamos presente el Plan Colombia, la segunda ayuda militar norteamericana más grande del mundo, donde la lucha “sin desmayo” contra el narcotráfico y el terrorismo es nada más que una justificación a la penetración militar en la región, que quiere ampliarse a través de la nueva maniobra de la diplomacia yanqui en la OTAN, alianza militar dominada por el imperialismo, donde apuran la creación de asociaciones militares con los países latinoamericanos. Por otro lado, la presencia militar norteamericana en la amazonía peruana se perfila, con la anuencia de Alan García, en la base de reemplazo de la existente en Manta, Ecuador, que el presidente Rafael Correa expulsará de su país en breve.
¿Contra la invasión de quién nos va a defender la OTAN? ¿Quiénes amenazan a los latinoamericanos? ¿Significa la liberación nacional social de nuestros pueblos una amenaza a la paz mundial? Precisamente de estas preguntas simples emerge la razón del por qué de la triangulación fascista contra Venezuela y es cuando observamos que esa maquinación se inscribe dentro de la política de “guerra preventiva contra el terrorismo” postulada por George W. Bush en contraposición a los principios fundamentales del derecho internacional. La palabreja “narcoterrorismo” y los peligros derivados, son excusas usadas a menudo por Alan García y Álvaro Uribe con la finalidad de justificar la represión total a los movimientos sociales. Uribe vincula a las FARC con el narcotráfico y a la insurgencia política de más de 40 años la llama terrorismo, siendo él un hombre muy conocido y familiar con las mafias y los carteles de la droga; y Alan García resucita a Sendero Luminoso y al MRTA para dejar pasar la droga en las narices del Ministerio del Interior, el negocio grande, vinculado a su partido hace más de treinta años. Nunca tanto cinismo ha sido expresado por estos dos sujetos, hoy socios de George W: Bush en la arremetida fascista en América Latina, aparte de felicitarle el gran negocio de los TLCs, uno ya aprobado (Perú) y el otro forzado a ser aprobado (Colombia) antes que el tejano cowboy de Irak abandone la Casa Blanca.
Los pueblos de América Latina están despertando dándose cuenta de sus potencialidades y han empezado a desarrollar una visión independiente respecto a proteger sus propios intereses que no son los del imperialismo en cualquiera de sus formas; la coherencia que se viene ganando en las iniciativas de MERCOSUR y el ALBA permitirá relacionarse económicamente con el mundo y con Estados Unidos en bloque y no a través de acuerdos unilaterales débiles como los TLCs que vulneran la soberanía de nuestros países y favorecen a un intercambio increíblemente desigual a favor del más poderoso. Esta libertad de acción y el impulso de las ideas bolivarianas vienen presentándose como una alternativa al neoliberalismo del llamado consenso de Washington, rompiendo los esquemas del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. Por estos motivos los agentes teóricos intelectuales y los prácticos se movilizan mucho más rápido y golpean juntos a una izquierda casi siempre desarticulada. Y mientras el fascismo sabe muy bien lo que quiere, la izquierda se pierde en matices ideológicos inútiles de querer descubrir lo ya descubierto desde que Marx y Engels difundieran el manifiesto comunista hace ciento sesenta años. La reunión de los momios fascistas enviados por Bush a la ciudad de Rosario, Argentina, encabezados por elementos como José María Aznar, Mario Vargas Llosa, Vicente Fox, Róger Noriega y otros de la misma calaña, es también parte del tinglado político intervencionista y militarista al cual se quiere dar un contexto “intelectual.” La izquierda de nuestros países y los pueblos soberanos no necesitan de más pruebas para actuar defendiendo el terreno ya ganado, menos para ampliar y consolidar el proceso de cambios iniciado en el continente con varias batallas que de ninguna manera se pueden perder.
10 de abril de 2008


Carlos Angulo Rivas
reppam@mountaincable.net

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