De: Walter Saavedra - ching_tien_tao@yahoo.com
Fecha: Jue, 29 de Nov, 2007 1:18 pm
Asunto: LA REALIDAD QUE NO COMENZO NUNCA
LA REALIDAD NO COMENZO NUNCA
Walter Saavedra
"Los luceros del alba surgen en la vida de aquellos que han sabido esperarlos en la noche más oscura (...) Aparecen justo cuando el día está cercano y permanecen un buen tiempo acompañando las claridades hermosas del instante en que el sol se mece, como en una cuna sideral, en el espacio infinito de la bóveda celeste que tanto nos encanta a quienes hemos vivido observando el cielo cuando la niñez mecía nuestros sueños."
Mi pecho es la cuna donde se mecen los sueños que atesoran tus labios. Mi pecho es la cuna donde están tus ojos descansando de los soles que hibernan en sus niñas. Mi pecho está siendo hundido por la voz que es tu propio mirar cuando nada haces para pasar desapercibida y todos no tenemos más remedio que verte para no morir de inanición. Mi pecho es la esperanza donde anida la desesperanza que crece a cada instante por no tener tus besos en la vida que termina cuando te alejas. ¿Dònde crees que te encuentras cuando no estás a mi lado? ¿Dónde? Te encuentras en el interior de mi pecho que soy todo yo en la trinchera evanescente del dolor que surge cuando no te puedo ver porque estando dentro de mí, la cercanía nubla mis ojos y oscurece mi mirar. Nada puede hacerse para hablar, nada. Yo solamente puedo callar en el instante máximo en que la canción comienza a correr por los intersticios de tu ser entero que se levanta como flor que la nieve no puede matar en esos lugares altos donde es perpetua... Donde la nieve es perpetua… Y tú te impones con tu presencia también a perpetuidad. ¿Què sientes tù? ¿Què siento yo? Nada se ha dicho abiertamente, nada se dirá abiertamente, nada podrá ser dicho cuando solamente hablamos en la distancia que adormece nuestros deseos para despertarlos más intensos… inmensamente grandes. Màs grandes, mucho más grandes aùn de lo que son. ¿Te acuerdas de la canción que una vez cantè como cantan los gatos su canción del despertar? Era una de aquellas que jamás se olvidan. Y mientras cantaba yo, la vida venia a mostrarme el mundo mágico que adorna las miríadas de estrellas de quienes sienten en su ser lo que sentíamos tù y yo cuando lo estábamos sintiendo… Y lo sentimos, lo sentimos porque sigue existiendo aunque jamás lo hayamos dicho para que la magia de su existencia no se acabe. Los arcoíris nunca fueron más hermosos que cuando miraba tus ojos de donde surgían llenos de la intensidad que sabes tener siempre en tu mirar precioso. Fue uno de esos arcoíris que Cupido tomò para tener sus flechas y dispararlas llenas de esa pasión que jamás conocí sino era por ti. Esos eran los arcoíris del amor que la eternidad quiso que fueran llenando los carcaj del travieso niño que atravesó tu mirar y el mío en los montes eternamente elevados y mágicos que Venus nos supo entregar en la vida que tu vives y yo vivo también dentro de ti. En un suspiro la nada se convirtió en todo y el todo se envolvió contento en la eternidad de tu mirar. Corrí a tu lado a pesar de encontrarme junto a ti. Corrí a tu lado y te abracè con los brazos que jamás abrazaron a nadie porque nunca encontraron alguien como tú. Ya sabes que mi corazón està donde tu estàs, tu corazón estará siempre donde tú estés... que es donde yo estoy… contigo pues contigo. Mi corazón es tu corazón, simplemente tu corazón. El abrazo indemne que te doy, aunque no estés conmigo, es uno de aquellos que jamás pueden deshacerse... Ni yo mismo puedo separar estos mis brazos del contorno quemante de tu cuerpo de rubí. Cuando te abrazo me envuelvo en ti para no desear sino continuar con aquellos juegos que comencé cuando era niño y no te conocía porque sabía que te encontraría como te he encontrado al fin. Un día, cuando nadie sepa dónde estamos, estaremos juntos para siempre, en los algodones hermosos que se mueven constantemente en los cielos de la ciudad de las nubes. Allí el final no será sino el inicio perpetuo de un sentimiento que no puede ser eliminado mientras existamos, como existimos nosotros. Nosotros que existimos para dejar de existir cuando no nos vemos, cuando no nos tocamos, cuando no nos hablamos, cuando... cuando... ¡Ay! ¡Cuàndo! Ahora estamos unidos en la unidad del ser. ¿Acaso no dejamos de existir cuando no estamos unidos? Nada puede ser dejado cuando este nada se convierte en algo inexistente. Sigamos con aquello que comenzó una vez sin que en realidad haya comenzado nunca.
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