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DIARIO PERU.21 - LUNES 8 DE OCTUBRE 2007
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SOCIEDAD
Olvido y desesperanza en la lenta reconstrucción del Sur
En Pisco los escombros se han convertido en parte de la vida cotidiana de la gente mientras, que esperan la anunciada reconstrucción.
Yvette Sierra/enviada especial a Pisco
A casi dos meses del sismo, la remoción de escombros en Pisco ha avanzado solo en 30%. Descoordinación entre autoridades impide atención a damnificados.
En San Juan Bautista, El Carmen y El Olivo -distrito y caseríos ubicados a 20 minutos de la ciudad de Ica- la gente teme que pronto se olviden de ellos, que sus casas en escombros no puedan ser reconstruidas, que la búsqueda de trabajo siga siendo una pesadilla diaria y que llegue el momento de ver completamente vacías sus ollas comunes. Ellos están viviendo entre los escombros que dejó el terremoto del 15 de agosto, y no saben hasta cuándo seguirá así.
"Esto es la extrema pobreza", dice don Juan Echandía mientras arregla el desagüe del lote donde alguna vez estuvo su vivienda, en el caserío El Carmen. "No hay trabajo y no sabemos de qué vamos a vivir", reclama. Este hombre sobrevive gracias a las ollas comunes que se han organizado en cada barrio.
Isabel Martínez y Anita Ormeño cocinan para 60 personas, pero los víveres ya empiezan a faltar. "Al principio nos apoyaba Caritas, el Pronaa nunca ha llegado aquí. Todavía nos quedan productos pero no es suficiente", comenta Isabel mientras revuelve el arroz en una improvisada cocina de leña instalada en la calle.
En estos pueblos devastados casi no hay carpas ni módulos de madera. Cada poblador ha tenido que improvisar una choza con los restos de sus viviendas y algunos plásticos. Tan solo un par de retroexcavadoras realizan los trabajos de limpieza y nadie tiene la más mínima idea de cómo será la reconstrucción. "Nos han dicho que habrá un bono de seis mil dólares. Pero no sabemos cuándo ni cómo se entregará. Además, muchos tenemos problemas de saneamiento en nuestros terrenos y no poseemos dinero para solucionarlos", indica Nancy Lizarzaburu Peña, mientras recorremos lo que queda de su vivienda en la plaza de San Juan Bautista.
La desilusión ha empezado a apoderarse de los damnificados. "Parece que ya se están olvidando de la destrucción que dejó el terremoto ", comenta Reyna Ramírez, la religiosa mexicana a cargo de la parroquia del distrito, que ahora está destruida.
SIN ORDEN. La lentitud en la remoción de escombros es solo uno de los problemas en las zonas devastadas por el sismo, que destruyó más de 75 mil viviendas en Ica, Pisco, Chincha, Cañete y Huancavelica, hace casi dos meses.
Según Carlos Quintanilla Martínez, gerente de Desarrollo Urbano de Pisco, la limpieza de esta ciudad solo ha avanzado un 30% y el principal obstáculo es la falta de maquinaria adecuada para demoler las viviendas de material noble que han quedado inhabitables. "Hemos solicitado al gobierno regional que nos envíe el equipo pero no sabemos cuándo lo hará", explica tras asegurar que hay una falta de coordinación con el Fondo para la Reconstrucción del Sur (Forsur). "Estamos duplicando los trabajos. Nosotros estamos haciendo un estudio de suelos y ellos también", señala.
El alcalde provincial, Juan Mendoza, espera que en dos meses se termine con la limpieza, pero en las calles nada indica que se pueda cumplir este plazo.
La gente sigue sacando los escombros de sus viviendas mientras vive en carpas y albergues. Incluso en el refugio del Club Atlético Pisco los damnificados se quejan de un posible desalojo. "Nos han dicho que nos vayamos porque el local será alquilado para fiestas", explica una de las refugiadas.
La desesperación de los que perdieron todo quedó demostrada el último viernes, durante la reunión del presidente regional Rómulo Triveño y Julio Favre, presidente del directorio del Forsur, cuando decenas de damnificados protestaron frente a la sede regional.
Pero ni la angustia de los afectados ha logrado que las autoridades limen sus asperezas. Gabriel Samudio Díaz, responsable del centro de Coordinación de las Naciones Unidas, explica que los alcaldes distritales, provinciales y los representantes del gobierno regional se resisten a sentarse juntos en una mesa de coordinaciones. "Hace unos días recién logramos que entiendan que si siguen así, la Cooperación Internacional se irá del país".
SIN TRABAJO. Ayer, el presidente Alan García anunció la construcción de una moderna ciudad piloto en Hualcará, Cañete. Pero en el Sur, ya nadie cree en los ofrecimientos. Menos aún los que después de un mes en Construyendo Perú se quedaron nuevamente en la calle. Como Pedro Zevallos, que ahora no sabe de dónde sacará dinero para ayudar a su familia que vive en una precaria choza en el centro de Pisco.
LA REPUBLICA, DOMINGO 7 DE OCTUBRE 2007
http://www.larepublica.com.pe/content/view/182097/
DOMINGO
Pisco, No se oye Favre
Entre Julio Favre y los damnificados de Pisco hay 231 kilómetros de distancia. Él despacha en un edificio de San Isidro, mientras la población de una urbe en ruinas espera noticias suyas. O por lo menos saber qué planes tiene para sus barrios y calles devastadas. En Lima el titular de Forsur trabaja duro, pero a puerta cerrada y, lo más preocupante, lo hace prácticamente solo. Sin duda es muy temprano para pedirle resultados. Pero también hay ideas y expectativas que debería escuchar. Lo que Pisco necesita, Sr. Favre, no es un gerente, sino un gestor social que lidere la reconstrucción y el desarrollo.
Por Enrique Patriau
Fotos: Melissa Merino
La reconstrucción de las zonas afectadas luego del terremoto del 15 de agosto avanza al paso de una tortuga. En Pisco –donde estuvimos esta semana– ha desaparecido la expectativa de ver cómo se concreta la promesa presidencial de levantar de nuevo la ciudad. Hoy, lo más común en sus calles polvorientas es el pesimismo de ciudadanos que no terminan de resignarse a vivir entre escombros. Hay tanto polvo en el aire que se respira que cada día son más los pisqueños que cubren sus narices con mascarillas antes de salir a la calle.
"Después de cincuenta días solo se ha recogido el 20% de los escombros". Fernando López Escalante, odontólogo de profesión y teniente alcalde de Pisco, inicia un realista y desalentador balance: la maquinaria empleada en la remoción de escombros es insuficiente. Alquilarla implica un desembolso que duele cuando no se cuenta con muchos recursos y la sombra de la corrupción cubre a algunos funcionarios locales. López no se anima a revelar cuándo podría pasarse a la siguiente etapa, el derrumbe de las viviendas y edificios inhabitables. "Varios, varios meses son que vamos a paso de tortuga", declara.
"Ineficiencia" es la palabra de moda en Pisco. Todos la repiten. Y las miradas descontentas se vuelven hacia el gobierno regional de Ica, a cargo de Rómulo Triveño, pero principalmente contra el gobierno central, representado por el Fondo de Reconstrucción del Sur (Forsur), dirigido por el empresario Julio Favre. A poco más de un mes del inicio de sus funciones –se instaló el 4 de setiembre–, nadie sabe muy bien hacia dónde se dirige. Ni siquiera los principales interesados: los cientos de miles de damnificados.
Equipo mínimo
"Forsur debería tener una oficina aquí en Pisco y en las demás zonas afectadas", señala el teniente alcalde Fernando López en conversación con DOMINGO. Eso ayudaría –dice– a que la gente sienta que algo se está haciendo por ella. Pero nadie les comunica nada y la incertidumbre cunde. Cuando preguntábamos a los transeúntes sobre la actuación del gobierno, la mayoría reconocía una reacción inmediata, pero criticaba con ira la actual modorra en la que, perciben, ha caído todo el proceso de reconstrucción. ¿Por qué se ha llegado a este desencuentro? La respuesta la intentamos hallar en el propio Forsur. Para quienes no lo sabían, funciona en el décimo piso del edificio de Petroperú. Llegamos allí tras concertar una cita con Julio Favre. No está de más advertir que en ninguna página web del Estado se precisa de quién depende esta entidad y desde dónde despacha su directorio.
En palabras de Favre, Forsur ha venido trabajando solamente con dos personas: el arquitecto Eduardo Figari y él mismo. El gerente Jorge Alfaro ocupa el cargo desde hace dos semanas y la secretaria empezó el lunes. ¿Y los demás miembros del directorio? Según el empresario, "vienen un ratito y se van". ¿Puede hablarse de reconstrucción eficaz en esas condiciones? La duda salta hasta el techo.
Favre sostiene que él personalmente ha sostenido innumerables reuniones con expertos de todo tipo: "Ya tenemos diseñados los mapas símiscos y hemos elaborado un plan maestro. El reto es inmenso, hay mucha impaciencia, pero debemos manejarlo todo con mucho cuidado". El problema es que mientras Favre asegura que se ha dedicado en cuerpo y alma a Forsur, los damnificados no tienen idea de lo que se ha avanzado hasta la fecha, ni saben qué se piensa hacer con sus ciudades destrozadas. Y lo más probable es que sigan así.
Favre lo atribuye a un problema de comunicación. De hecho, él quisiera contar con un equipo dedicado a esa labor de divulgación. Después de conversar con él, la sensación que nos dejó fue la de un empresario, seguramente muy eficaz en la administración de sus negocios y de buenas intenciones, pero carente de la imprescindible sensibilidad social y la capacidad de diálogo, necesarias para encabezar un trabajo de esta naturaleza y envergadura. Respuestas del tipo "¿y yo qué hago ahí?" cuando le hablamos de las quejas de los pisqueños respecto de la lentitud en el recojo de escombros (no es responsabilidad de Forsur, eso es cierto), o "yo no puedo andar preocupándome de la opinión de los demás" cuando le comentamos sobre la mala imagen que va ganando Forsur en Pisco, dan una muestra clara de que piensa como gerente y no como gestor social. Favre, lo conocemos de años, es poco dado a la concertación.
"Si lo que se pretende es que yo me dedique a pasearme entre los escombros con la gente, mejor no hago nada, pues. Yo trabajo desde acá y cuando voy a la zona del desastre lo hago anónimamente", declara Favre. Soltamos otra pregunta: ¿Se puede reconstruir Ica, Pisco y Chincha sentado desde un escritorio?
¿Mala copia?
El congresista aprista Edgar Núñez ha sido tres veces alcalde de Pisco, la última vez en el periodo 1992-1995. A pesar de formar parte del partido de gobierno, es muy crítico respecto del desempeño de Forsur y de Favre. Para él, es imposible reconstruir las ciudades devastadas "vía fax, desde Lima". Más bien –propone– el camino más adecuado pasa por movilizar a las poblaciones, haciéndolas partícipes. En esa medida, señala que en el directorio de esa entidad se nombre a empresarios "con un mayor compromiso social". "Hay muchos paisanos de Ica que podrían ayudar, porque conocen la zona, han vivido toda su vida en ella y conocen bien qué debe hacerse", sostiene. Una opinión similar tiene la arquitecta Liliana Miranda, del Foro Ciudad. A ella le llama la atención que se privilegie una "visión centralista" cuando debería trabajarse de la mano con las poblaciones afectadas en el diseño de sus nuevos hogares.
Aunque reiteradamente se ha mencionado que Forsur nació inspirado en la experiencia colombiana que se desarrolló en el Fondo para la Reconstrucción y Desarrollo Social del Eje Cafetalero (Forec), Miranda precisa que entre ambos existen notables diferencias. La más saltante, que en Colombia se planteó desde un inicio, es un criterio descentralizado con la participación de ONGs especializadas a las cuales se les otorgó la buena pro para la ejecución de fondos de construcción.
"En el Forec la cooperación internacional se alió con el Estado. De paso, existía una cercanía auténtica con las poblaciones. ¿Qué es exactamente Forsur? No me animo a responder porque no lo sé. ¿Cuál es su plan? Partamos desde lo más obvio: no sabemos si tiene teléfonos, o un simple correo electrónico. ¿Cómo van a planificar una reconstrucción si no se pueden organizar ellos mismos?", se pregunta Miranda, quien ha recorrido Pisco e Ica después del sismo.
A estas alturas nadie discute que el terremoto del 15 de agosto desnudó las serias deficiencias del Estado para hacer frente a una emergencia de grandes proporciones. Descontrol y anarquía llevaron a que se perpetrara un despropósito sobre otro. Por ejemplo, lo que se suponía debía conservarse como una zona intangible, los humedales de Pisco hoy son un vertedero gigantesco de desmonte maloliente. La basura que se recogió de las calles terminó contaminando una reserva ecológica. Entre los restos todavían pasean pequeñas avecillas blancas acostumbradas a otro tipo de paisaje. Esta acción irresponsable (póngale Ud. un adjetivo más justo) y otras del mismo calibre deberían remediarse lo más pronto posible.
"Yo quiero que me evalúen después, no ahora" dice Favre, como pidiendo una tregua. "Todo lo que se dice de Forsur son malas noticias. En vez de ayudar, ponen más trabas", agrega. Algo de razón tiene: apenas ha empezado. Pero si las cosas prosiguen su actual curso, las críticas arreciarán. Favre tiene que aprender a dialogar. Una comunicación vertical los aislará tanto de la población que no serán pocos los que pronto lo vean como un enemigo y no como lo que realmente debería ser: el cerebro de la reconstrucción y el desarrollo de la zona devastada por el sismo. Un poblador pisqueño nos detuvo en la calle para hacer un pedido: "Adviertan en Lima y en todo el país que aquí el descontento crece. No sabemos nada". Quería que un representante del gobierno se comunique con ellos. Pedía resultados. Y atención. En suma, pedía sentirse parte de un proceso que lo afecta directamente. Eso no se logra desde una lejana oficina en San Isidro. Se necesita mucho más.
Apoyo en la difusión:
SILVIA DE LOS RIOS
Lima, Perú
Telefono: 51-1-98664900
Email: delosrios.silvia@gmail.com
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