De: joo cesar - jocajoo1@yahoo.es
Fecha: Dom, 6 de Ene, 2008 7:09 pm
Asunto: FABIO ALEJANDRO MARIÑO: COLOMBIA. OTRA VEZ GANO LA GUERRA
OTRA VEZ GANO LA GUERRA.
Emmanuel, si estaba secuestrado independientemente que no estaba en la selva dura y triste que narra Ingrid en su carta.
Claro que ganaron los apostadores de la guerra con sus vanidades y prepotencias, que tristemente la mayoría de los colombianos vivimos, y creo que algunos la gozan, otros la sufren, otros por decir lo menos la ignoran aunque la vivimos de todas maneras.
Me parece desastroso y ruin el espectáculo que se la ha dado a la posibilidad de liberación de apenas tres, óigase y léase bien –tres- secuestrados, de los tan tristemente registrados 3 mil que dicen y 700 que acusan a las farc de tener; entonces esto lleva a preguntarnos en donde radica la importancia del tema, ¿en la identificación, necesaria y justa por cierto, claro esta, de Emmanuel, o en la búsqueda de la paz y ésta como posibilidad de llevar por arrastre, el tema de liberaciones y treguas y despejes, etc, etc.?
Decía, muy ruin y triste a mas de grotesco espectáculo el que aplaude una parte del país, ese pedazo de pueblo colombiano adormecido, esa parte de sociedad que asume como suyos los hechos tan lamentables de la violencia, como la utilización por parte de los guerreristas, de juntos bandos, de la fragilidad, candidez e inocencia de un niño que lastimosamente nació en esas condiciones, que, en honor de la verdad, no es el único en Colombia, esto no lo justifica, no, pero tampoco puede servir de una bien orquestada cortina de humo para ocultar el clamor ciudadano por la tranquilidad, por la felicidad y por la paz. Seguramente es necesario reconocer que estamos llegando a momentos colectivos muy difíciles, como la falta de sensibilidad social, la ausencia de humanismo, puesto que como sociedad nos hemos dejado, o nos estamos dejando llevar por descabelladas posiciones mediáticas de solidaridades politiqueras, basadas en engaños y mentiras propias de la guerra, de ambos bandos, si de los comprometidos en la nefasta guerra, vengan de de vengan.
Este fue y es el caso que nos convoca, la liberación de tres secuestrados, si, apenas tres de los tantos, hecho que seguramente, para muchos, era un mensaje de confianza para acometer nuevamente los caminos de una búsqueda y encuentro de soluciones a la triste noche de violencia y engaños y dolores y llantos y ausencias y destierros y orfandades que sufre la pobre Colombia. Pero no, se metió y con gran capacidad y fuerza el palo de la guerra a la rueda de la esperanza, palo de las dos partes confrontadas, en las narices y ojos de una parte de esta sociedad atontada y medio boba, que pareciera taponada, y cabizbaja, que asume la invasión noticiosa como verdad revelada y la vuelve suya, la proclama y la entroniza en su conciencia, sin entender que con esto, cooperan con el despotismo y convierten un hecho mas de la guerra en una situación de difícil salida, como es el engaño, la manipulación y la violación de los derechos humanos mínimos fundamentales, como es el derecho a disentir, a pensar, a saber la verdad, a pensar diferente sin tener la amenaza de la nueva soga (el destierro) al cuello; derecho a la libertad, a la felicidad y a la posibilidad de ejercer la tarea que uno asume en su vida, entre otras cosas, y hacerlo en familia.
Igual que el tema del secuestro, contra lo cual se juntan muchas voces, pero no tantas como las que se necesitan para ganarle a los guerreristas de los dos bandos, quienes desde su aparente distinta posición promueven y requieren hechos para su poder, como las masacres del paramilitarismo, el destierro forzado, el terror y la amenaza, dolores, vergüenzas y llantos hoy escondidos tras la cortina de humo que han armado con, la justa y necesaria, liberación de Clara, Consuelo y Emmanuel, que entre otras cosas si estaba secuestrado independientemente que no estaba en la selva dura y triste que narra Ingrid en su carta.
Decía que estamos llegando a un feo momento de la sociedad en donde los valores se subvierten, se canjean y sobre todo se moldean al antojo de los poderosos de la guerra y sus bien usados medios y sistemas informáticos, en donde la critica y la verdad, apenas se asoman, reciben el hachazo de la arrogancia y la amenaza de la intransigencia, cerceando sus posibilidades siquiera de aparecer.
Entonces ahora que Emmanuel va para su casita, cuanto desearíamos que todos los secuestrados puedan hacer lo mismo y para no caer en las feas maniobras y manipulaciones de la guerra sucia, ni dejarme esconder por cortinas indignas, aunque poderosas, creo necesario también desear que ese mundo de desplazados que por hechos de guerra, por culpa de los actores de la confrontación, con la desfachatez conocida de los paramilitares que con sin recelo anuncian las masacres y fosas comunes, regresen a su hogar, a su tierra, a su cultura y proyección de vida y no sea presa de tanto dolor en las calles a la espera de un color rojo de semáforo, para alcanzar la moneda que tendrá que repartir entre la mafia que lo sigue vacunado y la panela del café para sus hijos.
Que triste momento de la historia que vivimos, y vale la pena empezar a pensar que el problema no es como dicen unos de la farc y otros de Uribe; no, no, el asunto de vida y de dignidad es cuestión de la sociedad colombiana, de los que no queremos la guerra, pero que muy poco o casi nada hacemos para rechazarla, aunque casi es imposible el imaginar algo para evitarla, si no asumimos la tarea de vida y de dignidad para objetarla y desconocer a los dos bandos, si a los dos, pues parece tan absurdo como posible, pero este quincuagésimo error de las farc, es un papayaso para ese intrincado uribismo, una corina de humo para esconder el proceso de la parapolítica, para encubrir la posición de las fosas comunes de la indignidad nacional, para ocultar el destierro interno.., y a la par, esta falta de política de las farc en su sandez, afectó a quienes desde diferentes escenarios quieren colaborar en la búsqueda de una solución negociada y humanitaria al conflicto y avanzar en el camino de la paz, como la Senadora Piedad Córdoba, el presidiere francés, el Presidente Chávez, el expresidente Kirchner, entre otros.
Esta dificultad en el avance de la entrega de los tres secuestrados no se da por la ingenuidad de ninguna de las partes, ni se encontraron tan fácil los documentos falsos del verdadero Emmanuel, ni los operativos militares estaban lejos de posibilitar la entrega, como tampoco es extraña la estupidez política de la actividad militar de las farc; ninguna cosa d estas es nueva en nuestra inmediata historia; muchas aguas y convulsionadas y malolientes por cierto, han corrido por debajo de los puentes de esta trágica época que nos toco sufrir a algunos y vivir a la mayoría de los colombianos.
Como alguien dijo irónicamente: “queda demostrado lo que siempre se ha dicho en diferentes escenarios: las farc son el combustible político de Uribe”, y quienes se preguntan por qué ni Uribe ni el uribismo se afanan, ni sufren el desgaste por las dificultades económicas, ni por los escándalos abominables de la parapolítica y sus métodos de muerte y terror; ni crece su impopularidad, ni se derrumba su piso político; porque tienen un necio contradictor al cual darle golpes uno tras otro y así poder mostrar éxitos y victorias en lo que de otro modo seria un desierto político.
Ojala madrugue este año la indiferencia a marcharse, ojala se apreste la vergüenza y el deshonor a abandonar a nuestros jóvenes y niños que en su proceso de formación, han abandonado las lecturas de la alegría de vivir, por la mirada, seguramente atónita, pero ya de costumbre, sobre los escabrosos acontecimientos de la barbarie y las brutalidades de la guerra, quizás podamos asistir a un nuevo momento de sensatez e inteligencia que nos permita disfrutar, aunque sea un poquito, la certeza de estar presenciando y al tiempo concurriendo al funeral social de una generación de colombianos en medio de la terquedad, la brutalidad, la arrogancia, la exageración caudillista con su propio escenario sobredimensionado, hasta el paroxismo mediático haciendo su propio show con la desfachatez de la guerra.
Nota entre comillas: ¿Quién tiene a tanto secuestrado en Colombia? Y ¿dónde están?
hipólito,
enero de 2008
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