De: sic@sicperu.org
Fecha: Dom, 22 de Jun, 2008 8:38 am
Asunto: EJEMPLAR CONDUCTA DEL GENERAL ALBERTO JORDAN
Ejemplar conducta del Gral. Alberto Jordan Brignole
SÍ, MI GENERAL: CON LOS DERECHOS HUMANOS
Por WINSTON ORRILLO
Su actitud ha sido paradigmática. Un ejemplo de buen proceder. Rara avis, es cierto, en un hombre de mentalidad y formación castrense, lo cual prueba, pues, que es hora seguir derribando prejuicios, respecto a los hombres de uniforme.
General PNP Alberto Jordán Brignole, no tengo el gusto de conocerlo, pero por los informes sobre su ponderado proceder, merece usted que le envíe un saludo público, redactado por un escritor, peruano como usted, y harto ya (seguro que es su caso) de ver los cadáveres insepultos de la gente del pueblo, cuyo único delito es reclamar por las condiciones de vida que les esquilma el neoliberalismo y la espuria globalización, íconos y non plus ultra del actual Régimen
Ya sé que la disciplina, la jerarquía…pero usted procedió de acuerdo a su conciencia y sobre todo de acuerdo a los derechos humanos.
¿En qué diccionario espurio la palabra uniformado es sinónimo de ¿ensangrentado?
Porque ellos hubieran querido –tienen mucha experiencia (prontuario debía escribir )- que al final de la jornada usted hubiera presentado los cadáveres de unos cuantos cientos de “insurrectos”, a los que, fácilmente, les hubieran colgado el sambenito de “terroristas”, cuando no eran sino la masa, el pueblo, parte de “esa gran humanidad que ha dicho ¡Basta! Y su marcha de gigante no se detendrá hasta conseguir su Segunda y definitiva Independencia” (estoy citando la 2ª Declaración de La Habana )..
Esos son parte del pueblo que usted y yo integramos, y no “objetivos militares”, destinados a las deletéreas condecoraciones estigmáticas que ahora adornan, indeleblemente (porque estos crímenes no prescriben), los pechos y las conciencias de los responsables de las masacres de Cayara, Accomarca, Molinos, El Frontón, la Embajada de Japón, la Universidad La Cantuta, Barrios Altos, et. al.
Claro que no solo hubieran, en/por las armas de la policía muerto ciudadanos civiles, sino que, sin duda, miembros de su Cuerpo, igualmente, se contarían por decenas, pues, no lo olvidemos, eran 700 uniformados contra 20,000 hombres, mujeres y niños que lo único que hacían era reclamar sus derechos esquilmados, preteridos, destinados al engorde de las trasnacionales y de sus proxenetas del Gobierno.
Yo recuerdo haber sonreído muchas veces cuando oía aquello de “El honor es su divisa”; pero ahora usted ha revalidado eso que se había convertido en un clisé.
Pero claro que eso es penado en el Perú de hoy. Primero con los anatemas de las autoridades sedientas de sangre, y luego por el coro celestino que les hacen los latifundios mediáticos que, por cierto, también cobran lo suyo.
Mientras tanto usted será sancionado. Ya lo sancionaron por no haber querido seguir el ejemplo del genocidio que, como un estigma, forma parte del escudo de armas del tragicómico Gobierno de turno.
Pero hay sanciones que enaltecen. Que catapultan a la pequeña historia de la patria en trance de cambio.
Repito: no lo conozco. Solo valoro lo que ha hecho: evitar más derramamiento de sangre en un país ahíto de crímenes sin castigo.
No sé si usted conoce (es mi oficio) los versos de un inmortal colega de la Patria de Martí, versos que usted ha tarareado, sin saberlo, en la jornada del Moqueguazo, primera victoria popular peruana en el siglo XXI:
“No sé por que´piensas tú,
Soldado, que te odio yo…”
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