Odiosa opinión - Juan José Garrido Koechlin (Correo-Lima)

De: Alvaro Pinto - alvaroipc@hotmail.com
Fecha: Vie, 12 de Dic, 2008 10:48 am
Asunto: Odiosa opinión - Juan José Garrido Koechlin (Correo-Lima)

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12 de Diciembre de 2008
Odiosa opinión
Frente al júbilo y la algarabía desatada entre empresarios, políticos y analistas locales sobre el paquete de estímulo anticrisis por S/.10,000 millones, voy a tentar una posición impopular, pero no por ello equivocada.
En primer lugar, podemos adelantar que -basados en un marco teórico apropiado- la estrategia de incrementar el gasto estatal, de ampliar ficticiamente el crédito, o de engrosar la masa monetaria a fin de posponer una crisis provocará tanto una crisis de mayor magnitud como un escenario de mayor complejidad y descoordinación entre los agentes económicos, al posponer los ajustes necesarios en los precios y la productividad. La Gran Depresión de 1929 es un claro ejemplo de ello.
En segundo lugar, existen dos motivos por los cuales el momento no es oportuno: primero, porque nadie tiene idea de cuánto durará la crisis o qué tan profunda sea; segundo, porque el paquete no toma en consideración la reducción de ingresos fiscales -brutal- que veremos del 2010 en adelante. Pretender mantener la recaudación, en medio de esta crisis, es como pedirle sangre a un paciente con leucemia.
En tercer lugar, el paquete no funcionará por escasez de capacidad humana e institucional. Las regiones, que son las grandes ejecutoras de los programas de inversión, carecen de capacidades humanas e institucionales, con lo cual se exigirán absurdos -i.e. eliminar o restringir la labor del SNIP- a fin de lograr sus metas y objetivos; ello, por supuesto, abrirá las puertas a la corrupción y al despilfarro, hecho que difícilmente se podrá revertir.
Finalmente, la intervención del Estado no logrará el cometido esperado, con lo cual las resoluciones posteriores agravarán aún más las posiciones por mayor estatismo y menor mercado. Lo que busca el paquete es mantener la demanda a través de la construcción de obras y proyectos de infraestructura, cuando lo importante es mejorar los ratios de productividad a fin de mantener los salarios y los niveles de precios reales; al intervenir el Estado, estos ratios se desajustarán, alargando la estructura productiva de los bienes de capital e incrementando con ello -por consiguiente- los precios y los salarios artificialmente.
Es cierto que el gran peso de la crisis mundial dependerá de las acciones de los países desarrollados; empero, con una economía debilitada y estructuralmente inapropiada, sería mejor reducir localmente los impuestos, los gastos innecesarios del Estado, reducir las cargas laborales y burocráticas, y mejorar los marcos institucionales. Costaría menos y mejoraría, de paso, la productividad local.
Juan José Garrido Koechlin