De: Walter Saavedra - ching_tien_tao@yahoo.com
HOY HE REGRESADO
Walter Saavedra
Hoy he regresado a contemplar tu voz silente y me he dicho que es mejor dejar las cosas como están a estar como son las cosas si a uno le disgustan. Yo no quiero recordar y sin embargo cuántas son las ocasiones que las contradicciones hacen su nido en nosotros haciendo que actuemos o pensemos de manera diferente a como siempre hemos considerado que debemos actuar o pensar. He estado tratando de borrarte y no lo he logrado porque ya no estabas conmigo. He estado tratando de recordarte y no he podido porque se me ha perdido lo que una vez tuve de ti. Y luego, he mirado mi interior y no he querido creer que nada existe sino lo que una vez fue pero que miro con la extrañeza de quien observa algo que jamás se dio y que jamás se dará. Te conocí. Estuve contigo. Te amé. ¿Y ahora qué? El tiempo se ha ensañado conmigo porque se que he vivido un tiempo que no existe y que jamás ha existido. Pero sé que lo he vivido alguna vez, cuando yo era lo que no soy ahora, cuando o era lo que siempre fui, cuando yo era… simplemente cuando yo era. Hoy otra imagen viene a cubrir completamente la tuya… si es que alguna vez estuviste en mí. Porque esto no lo sé, no lo sé. Tendrás que contármelo y fíjate que no te creeré. ¿Es que he vivido en aquel tiempo en que te conocí? ¿Es que he vivido cuando estabas tú enseñoreándote en mi vida? ¿Es que tenía vida? Un día, hace ya muchos siglos, en mis borrosos recuerdos, estás tú y te veo como amándome en silencio. Te miro decepcionando mis escarceos amorosos. Intentaba yo ser apasionado y lo fui, pero no conseguí que tú lo fueras. Y el hielo se me metió en el alma. Sentí frío, mucho frío. En pleno verano sentí los vientos helados del invierno recorrer mi cuerpo al lado de tu cuerpo. En esos instantes, cuando los vientos huracanados parecían traerme unos recuerdos de hechos que jamás existieron, en esos momentos en que pensaba que nada existía en mi vida sino lo inexistente, llegaron pues vientos huracanados que pugnaban por borrar de mis sentidos tu imagen inexistente, vino a mí en cuerpo el olor de tu sonrisa que no podía recordar ya ni siquiera en ese instante en que vino porque no llegó, en ese instante sentí enervarse mi alma alejándose de aquello que consideraba vivido y en realidad no viví nunca. Y me dije, en medio de la borrasca que era todo mi ser, que no hay belleza ni alegría más grandes que sentirse sentido aun en los momentos del olvido... Cuando quien nos siente, realmente nos siente, también nosotros sentimos que nos siente y eso es hermoso. Yo no quiero tener un sentimiento que no siento en aquella que lo despierta en mí. Si aquella que despierta mi sentimiento más profundo no es sino acción sin emoción, yo seré silencio e inmovilidad. Pero cuando uno logra sentir al ser que despierta en nosotros profundas sensaciones que dan colores nuevos a nuestra vida, entonces nos damos cuenta que ese ser es aquel ser que uno anhela y siempre ha buscado entre los arreboles dorados de la vida. Hoy he caminado por caminos siempre conocidos y… fíjate cómo son las cosas: para mí resultan completamente desconocidos. Esos caminos existían dentro de mí y también existían dentro de ella que buscaba ser esfinge de hielo y terminaba siendo un bello enigma alado que nos trae calor y pasión controlada. La he podido sentir, pero no quiero sentirla sin que ella misma confiese que es capaz de sentir. He hablado con ella en el silencio de los cuerpos que se unen, no en la distancia, sino en la cercanía del recuerdo, de esa cercanía que uno puede tocar y palpar en todo instante porque está a nuestro lado y no en la distancia que borra los sentimientos que ha podido suscitar quien se aleja cada vez que se da cuenta que ella también siente. Muchas fueron las ocasiones en que hable con quien hoy día ya no habla conmigo porque el silencio se ha convertido en rutina. Cuando hablé con ella, quien sabe cuándo puede haber sido esa conversación, cuando hablé con ella, recuerda, le dije, recuerda vida de mi vida, que para ser querida tienes primero que quererte, para ser amada tienes primero que amarte, para que puedas dar la felicidad tienes primero que aprender a dar la felicidad... y has probado que puedes, que eres capaz... aunque a veces lo olvidas y borras con violencia lo que tanto te costo erigir. Recuerda todo esto, no una vez, sino siempre. Para dar la felicidad solamente tienes que saber recibirla y sentirla, el resto viene solo... Yo te recuerdo aun en los momentos en que te olvido... Eso le dije. Pero así como se lo dije, así lo olvidó y tornó una vez más y siempre a ser como la conocí, tornó a ser la huidiza mujer que no solamente huía sino que jamás se aparecía siquiera para huir… Ahora pues no huye, ahora no existe, por eso es que no puede huir. La distancia la ha hecho alejarse, me dije, pero no era así, no la hizo alejarse, hizo que su imagen inexistente se volatilizara entre los sueños no habidos y los vientos huracanados que existen más allá de nosotros mismos, que existen cuando nosotros no existimos y es que nunca existimos nosotros, nunca. ¿Si no existo por qué escribo, me preguntas? No escribo. ¿No te das cuenta que estás leyendo algo que no existe? Para leer algo que no existe tienes que no existir tampoco tú. Y no te has dado cuenta que no existes. ¿Qué es lo que debe hacer uno para enseñarle a la gente a aceptar que no existe? Nadie me cree que no existe. Todos creen que existen, pero yo sé que nadie existe, nadie. Tú me enseñaste eso y te fuiste dejándome sin nada en que creer sino en que yo soy el que soy... y no soy nadie.
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