De: Javier Bellina - jbellinah@yahoo.com
La única superpotencia en decadencia
El surgimiento de un mundo multipolar
Por Dilip Hiro
Con el colapso de la Unión Soviética en 1991, EE.UU. se sentía muy seguro de sí mismo – invencible por medios militares, sin rival desde el punto de vista económico, indisputable en el campo diplomático, y como fuerza dominante en los canales de información en todo el mundo. El próximo siglo iba a ser el verdadero “siglo estadounidense,” y el resto del mundo se adaptaría a la imagen de la única superpotencia.
Sin embargo, sin que haya pasado ni siquiera una década de este siglo, ya presenciamos el surgimiento de un mundo multipolar en el que nuevas potencias cuestionan diferentes aspectos de la supremacía estadounidense – Rusia y China en la vanguardia, con potencias regionales como Venezuela e Irán en la segunda fila. Estas potencias emergentes están preparadas para erosionar la hegemonía estadounidense, no confrontarla, solas o en conjunto.
¿Cómo y por qué se ha desarrollado tan pronto el mundo de esta manera? La debacle del gobierno de Bush en Iraq es sin duda un factor importante en esta transformación, un ejemplo clásico de un poder imperialista, saturado de orgullo desmedido, que se sobre-extiende. Para alivio de muchos – en EE.UU. y otros sitios – el fiasco en Iraq ha demostrado las impactantes limitaciones del poder de la maquinaria militar de más avanzada tecnología, más destructiva del mundo. En Iraq, concede Brent Scowcroft, consejero nacional de seguridad de dos presidentes de EE.UU., en una reciente columna de opinión: “Estamos siendo forzados a un empate por oponentes que ni siquiera son un adversario estatal organizado.”
La invasión y la subsiguiente desastrosa ocupación de Iraq, y la mal dirigida campaña militar en Afganistán, han estropeado la credibilidad de EE.UU. Los escándalos en la prisión Abu Ghraib en Iraq y Guantánamo en Cuba, junto con los asesinatos ampliamente difundidos de civiles iraquíes en Haditha, han empañado considerablemente la imagen moral proyectada por EE.UU. En el último sondeo de opinión, incluso en un Estado laico y miembro de la OTAN como Turquía, sólo un 9% de los turcos tiene una “opinión favorable” de EE.UU. (en comparación con un 52% hace cinco años).
Sin embargo hay otras explicaciones – no relacionadas con las manifiestas desventuras de Washington – de la actual transformación en los asuntos internacionales. Incluyen, sobre todo, el mercado en contracción del petróleo y del gas natural, que ha reforzado como nunca antes el poder de las naciones ricas en hidrocarburos; la rápida expansión económica de las mega-naciones China e India; la transformación de China en la mayor base manufacturera del globo; y el fin del duopolio anglo-estadounidense en las noticias televisivas internacionales.
Muchos canales, diferentes percepciones
Durante la Guerra del Golfo de 1991, sólo CNN y la BBC tuvieron corresponsales en Bagdad. De modo que la audiencia internacional de televisión, sin consideración a su ubicación, vio el conflicto a través de sus prismas. Doce años después, cuando el gobierno de Bush, respaldado por el primer ministro británico Tony Blair, invadió Iraq, Al Jazeera Arabic rompió ese duopolio. Transmitió imágenes – y hechos – que contradecían la presentación del Pentágono. Por primera vez en la historia, el mundo presenció dos versiones de una guerra en curso en tiempo real. La versión de Al Jazeera Arabic era tan verosímil que numerosas compañías de televisión fuera del mundo de habla árabe – en Europa, Asia y Latinoamérica – mostraron sus secuencias.
Aunque, en teoría, el crecimiento de la televisión por cable en todo el mundo aumentó la perspectiva de terminar con el duopolio anglo-estadounidense en las noticias de televisión de 24 horas, no había sucedido gran cosa por el costo exorbitante de la recolección y la redacción de noticias televisivas. Sólo con la llegada de Al Jazeera English, financiada por el emirato rico en hidrocarburos de Qatar – con su política declarada de ofrecer una perspectiva global desde un punto de vista árabe y musulmán – se rompió finalmente, en 2006, el molde tradicional.
Pronto salió al aire France 24, transmitiendo en inglés y francés desde un punto de vista francés, seguida a mediados de 2007 por Press TV en idioma inglés, que se proponía dar una perspectiva iraní. Siguió Rusia con noticias de 24 horas en televisión en inglés para la audiencia global. Mientras tanto, impulsado por el presidente venezolano Hugo Chávez, un canal pan-latinoamericano de televisión basado en Caracas, Telesur, comenzó a competir con CNN en español por un público de masas.
Como en el caso de Qatar, así como en Rusia y Venezuela, el financiamiento de estas operaciones de noticias en televisión ha provenido de crecientes ingresos nacionales de hidrocarburos – un factor que reduce drásticamente la hegemonía estadounidense no sólo simbólica sino realmente.
Rusia, una superpotencia energética
Bajo el presidente Vladimir Putin, Rusia se ha más que recuperado del caos económico que siguió al colapso de la Unión Soviética en 1991. Después de volver a nacionalizar efectivamente la industria energética mediante corporaciones controladas por el Estado, comenzó a desplegar su autoridad económica para impulsar los intereses de política exterior de Rusia.
En 2005, Rusia sobrepasó a EE.UU. convirtiéndose en el segundo productor de petróleo por su tamaño en el mundo. Sus ingresos del petróleo ascienden ahora a 679 millones de dólares al día. Los países europeos que dependen ahora de petróleo ruso importado incluyen a Hungría, Polonia, Alemania, e incluso Gran Bretaña.
Rusia es también el mayor productor de gas natural del planeta, y tres quintos de sus exportaciones de gas van a los 27 miembros de la Unión Europea (UE). Bulgaria, Estonia, Finlandia y Eslovaquia reciben un 100% de su gas natural de Rusia; Turquía, un 66%; Polonia, 58%; Alemania, 41%; y Francia un 25%. Gazprom, la mayor empresa de gas natural en la Tierra, tiene intereses establecidos en dieciséis países de la UE. En 2006, las reservas en moneda extranjera del Kremlin ascendían a 315.000 millones de dólares, en comparación con miserables 12.000 millones en 1999. No sorprende que, en julio de 2006, en vísperas de la cumbre del G8 en San Petersburgo, Putin haya rechazado una carta energética propuesta por los dirigentes occidentales.
El alza de las reservas en divisas extranjeras, nuevos misiles balísticos, y vínculos más estrechas con China en plena prosperidad – con la que realizó ejercicios militares conjuntos en la península Shandong de China en agosto de 2005 – posibilitaron que Putin tratara a su homólogo estadounidense, el presidente George W. Bush, de igual a igual, sin andarse con rodeos al evaluar las políticas estadounidenses.
“Un país, EE.UU., ha propasado en todo sentido sus fronteras nacionales,” dijo Putin a la 43 Conferencia Transatlántica sobre Política de Seguridad en Munich en febrero de 2007. “Esto es visible en las políticas económicas, políticas, culturales y educacionales que impone a otras naciones... Es algo muy peligroso.”
Condenando el concepto de un “mundo unipolar,” agregó: “Por más que se acicale este término, a fin de cuentas describe un guión en el que hay un centro de autoridad, un centro de la fuerza, un centro de toma de decisiones... Es un mundo en el que hay un amo, un soberano. Y esto es pernicioso.” Sus puntos de vista fueron bien recibidos en las capitales de la mayoría de los países asiáticos, africanos, y latinoamericanos.
La relación cambiante entre Moscú y Washington fue notada, entre otros, por analistas y responsables políticos en la región rica en hidrocarburos del Golfo Pérsico. Comentando sobre la visita que Putin hizo a los antiguos aliados de EE.UU. Arabia Saudí y Qatar después de la conferencia de Munich, Abdel Aziz Sagar, presidente del Centro de Investigación del Golfo, escribió en el periódico The Peninsula basado en Doha que Rusia y los países árabes del Golfo, otrora rivales de campos ideológicos opuestos, habían encontrado una agenda común para el petróleo, el antiterrorismo y las ventas de armas. “El cambio de enfoque tiene lugar en un medio en el que los países del Golfo señalan su entusiasmo por mantener abiertas todas las opciones geopolíticas, reexaminando la utilidad de EE.UU. como el único garante de la seguridad, y contemplando un mecanismo de seguridad colectiva que involucre a una serie de participantes internacionales.”
En abril de 2007, el Kremlin publicó un importante documento de política exterior. “El mito sobre el mundo unipolar se desintegró de una vez por todas en Iraq,” declaró. “Una Rusia fuerte, más segura de sí misma, se ha convertido en parte integral de cambios positivos en el mundo.”
Las relaciones cada vez más tensas con Washington concordaban con la opinión popular rusa. Un sondeo realizado durante la preparación para la cumbre del G8 de 2006 reveló que un 58% de los rusos consideran a EE.UU. un “país inamistoso.” Ha probado ser una tendencia. En julio de este año, por ejemplo, el general de división Alexandr Vladimirov declaró al periódico de circulación masiva Komsolskaya Pravda que la guerra con EE.UU. es una “posibilidad” en los próximos diez a quince años.
Chávez va viento en popa
Esos sentimientos tuvieron su efecto en Hugo Chávez. Durante su visita en Moscú en junio de 2007 dijo: "Deberíamos recordar a Lenin y reavivar sus ideas, especialmente aquellas vinculadas al antiimperialismo.” “EE.UU. no quiere que Rusia continúe levantándose,” agregó. “Pero Rusia se ha levantado de nuevo, como centro de poder. Y nosotros los pueblos del mundo, necesitamos a Rusia, a China, cada día más fuertes.”
Chávez concluyó un acuerdo por 1.000 millones de dólares para comprar cinco submarinos diesel para defender la plataforma submarina rica en petróleo de Venezuela y frustrar cualquier posible embargo económico futuro impuesto por Washington. Para entonces, Venezuela se había convertido en el segundo comprador por su tamaño de armamento ruso. (Argelia encabezaba la lista, otra indicación de una creciente multipolaridad en los asuntos mundiales.) Venezuela adquirió la distinción de ser el primer país en recibir una licencia de Rusia para producir el famoso rifle de asalto AK-47.
Al canalizar parte del dinero del petróleo de su país a venezolanos necesitados, Chávez amplió su base de apoyo. Para desazón de la Casa Blanca de Bush, derrotó totalmente a su único rival político, Manuel Rosales, en una contienda presidencial en diciembre de 2006 con un 61% de los votos. Es igualmente humillante para el gobierno de Bush, que Venezuela haya llegado a otorgar más ayuda extranjera a Estados latinoamericanos necesitados que EE.UU.
Después de su reelección, Chávez impulsó vigorosamente el concepto de formar una alianza antiimperialista en Latinoamérica así como en todo el globo. Fortaleció los vínculos de Venezuela no sólo con países latinos como Bolivia, Cuba, Ecuador, Nicaragua, y la endeudada Argentina, sino también con Irán y Bielorrusia.
Cuando llegó a Teherán desde Moscú (vía Minsk) en junio de 2007, los 180 acuerdos económicos y políticos que su gobierno había firmado con Teherán ya estaban produciendo resultados tangibles. Coches y tractores diseñados en Irán salían de líneas de montaje en Venezuela. “La cooperación de países independientes como Irán y Venezuela tiene un papel efectivo en la derrota de las políticas del imperialismo y en salvar a las naciones,” declaró Chávez en Teherán.
Atascado en el cenagal iraquí y azotado por los vientos borrascosos del ascenso de los precios del petróleo, el gobierno Bush ve su margen de maniobra tristemente limitado cuando encara un poder en hidrocarburos emergente. A los insultos que Chávez lanza continuamente a Bush, la respuesta estadounidense ha sido insulsa. El motivo es la agobiante dependencia de EE.UU. del petróleo importado que representa un 60% de su consumo total. Venezuela es la cuarta fuente por su tamaño de petróleo importado por EE.UU. después de Canadá, México y Arabia Saudí, y algunas refinerías en EE.UU. fueron diseñadas específicamente para refinar el petróleo pesado de Venezuela.
En el plan de Chávez para debilitar a la “única superpotencia,” China tiene un papel importante. Durante una visita a Beijing en agosto de 2006, la cuarta en siete años, anunció que Venezuela triplicará sus exportaciones de petróleo a China a 500.000 barriles por día en tres años, un salto que conviene a ambas partes. Chávez quiere diversificar la base de compradores de Venezuela para reducir su dependencia de exportaciones a EE.UU., y los dirigentes de China tienen interés en diversificar sus importaciones de hidrocarburos lejos de Oriente Próximo, donde la influencia estadounidense sigue siendo fuerte.
“El apoyo de China es muy importante [para nosotros] desde el punto de vista político y moral,” declaró Chávez. Junto con un proyecto conjunto de refinería, China aceptó construir trece plataformas de perforación de petróleo, suministrar dieciocho buques tanque, y colaborar con la compañía estatal, Petróleos de Venezuela S.A. (PdVSA), en la exploración de un nuevo campo petrolífero en la Cuenca del Orinoco.
China en una trayectoria estratosférica
El crecimiento de la compañía estatal PetroChina ha sido tan dramático que, a mediados de 2007, fue segunda solo respecto a Exxon Mobil en su valor de mercado entre las corporaciones energéticas. Por cierto, este año tres compañías chinas llegaron a la lista de las 10 corporaciones con más alto valor del mundo. Sólo EE.UU. tuvo más con cinco. Las reservas en divisas extranjeras de más de 1 billón de dólares han sobrepasado las de Japón. Con un producto interno bruto que superó el alemán, China es el número tres en la economía mundial.
En la arena diplomática, los dirigentes chinos abrieron nuevos horizontes en 1996 al auspiciar la Organización de Cooperación de Shangai (SCO), que consiste de cuatro países vecinos: Rusia y las tres antiguas repúblicas socialistas soviéticas de Kazajstán, Kirguizistán, y Tayikistán. La SCO comenzó como una organización cooperativa concentrada en la lucha contra el contrabando de drogas y el terrorismo. Más tarde, la SCO, invitó a unirse a Uzbekistán, a pesar de que no es contiguo a China. En 2003, la SCO amplió su alcance incluyendo la cooperación económica regional en su carta. Eso, por su parte, llevó a otorgar estatus de observador a Pakistán, India, y Mongolia – todos vecinos de China – e Irán que no lo es. Cuando EE.UU. solicitó estatus de observador, fue rechazado, un revés embarazoso para Washington, que tuvo ese estatus en la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN).
A comienzos de agosto de 2007, en la víspera de una cumbre de la SCO en Kyrgyz capital de Bishkek, el grupo realizó sus primeros ejercicios militares conjuntos, bajo el nombre de Misión de Paz 2007, en la región de los Urales rusos de Chelyabinsk. “La SCO está destinada a jugar un papel vital en la garantía de la seguridad internacional,” dijo Ednan Karabayev, ministro de exteriores de Kirguizistán.
A fines de 2006, como anfitrión de un foro China-África en Beijing, al que asistieron dirigentes de 48 de 53 naciones africanas, China dejó ignominiosamente atrás a EE.UU. en la carrera diplomática por ese continente (y sus recursos de hidrocarburos y otros). A cambio del petróleo, del mineral de hierro, del cobre, y el algodón de África, China vendió bienes a bajo precio a los africanos, y ayudó a los países africanos a construir o mejorar carreteras, ferrocarriles, puertos, represas hidroeléctricas, sistemas de telecomunicaciones, y escuelas. “El enfoque occidental de imponer sus valores y sistema político a otros países no es aceptable para China,” dijo el especialista en África Wang Hongyi del Instituto de Estudios Internacionales de China. “Nos concentramos en el desarrollo mutuo.”
Para reducir el costo del transporte de petróleo de África y de Oriente Próximo, China comenzó a construir un oleoducto trans-birmano desde la Bahía de Bengala a su provincia meridional de Yunan, acortando así la distancia de entrega que actualmente es cubierta por barcos tanque. Eso debilitó la campaña de Washington para aislar a Myanmar. (Anteriormente, Sudán boicoteado por Washington, había surgido como un proveedor destacado de petróleo africano a China.) Además, las compañías petroleras chinas competían ferozmente con sus homólogas occidentales para obtener acceso a las reservas de hidrocarburos en Kazajstán y Uzbekistán.
“La diplomacia petrolera de China es colocar al país en camino a un enfrentamiento con EE.UU. y Europa Occidental, que han impuesto sanciones contra algunos de los países con los que hace negocios China,” comenta William Mellor de Bloomberg News.
El sentimiento es mutuo. “Veo que China y EE.UU. llegarán a un conflicto por la energía en los años por venir,” dice Jin Riguang, consejero para petróleo y gas del gobierno chino y miembro del Comité Permanente del Consejo Político Consultivo del Pueblo Chino.
La industrialización y la modernización de China han acelerado también la modernización de sus fuerzas armadas. El lanzamiento de ensayo del primer misil anti-satelital del país, que destruyó con éxito un satélite meteorológico chino difunto en enero de 2007, demostró dramáticamente su creciente capacidad tecnológica. Washington, alarmado, ya había notado un aumento de un 18% en el presupuesto de defensa chino para 2007. Atribuyendo el aumento a gastos adicionales en misiles, guerra electrónica, y otros aspectos de alta tecnología, Liao Xilong, comandante del departamento de logística general del Ejército Popular de Liberación, dijo: “El mundo actual ya no es pacífico y para proteger nuestra seguridad, estabilidad e integridad territorial nacionales debemos aumentar de modo adecuado los gastos en modernización militar.”
El presupuesto declarado de China de 45.000 millones de dólares era una ínfima fracción del 459.000 millones de dólares del Pentágono. Sin embargo, en mayo de 2007, un informe del Pentágono señaló el “rápido crecimiento” de China “como poder regional y económico con aspiraciones globales” y afirmó que estaba planificando la proyección militar más lejos del Estrecho de Taiwán hacia la región Asia-Pacífico en preparación para posibles conflictos por territorios o recursos.
La única superpotencia en el ámbito de la historia
Este desafío dispar a la primacía global estadounidense es producto tanto de la agudización de conflictos por recursos naturales, particularmente el petróleo y el gas natural, así como de diferencias ideológicas sobre la democracia, al estilo estadounidense, o de los derechos humanos, como son concebidos y promovidos por los responsables políticos occidentales. Las percepciones sobre las identidades nacional (e imperial) y la historia también están en juego.
Es notable que los funcionarios rusos que aplauden el rápido ascenso de la Rusia postsoviética se refieran afectuosamente a la era de la Revolución pre-bolchevique cuando, según ellos, la Rusia zarista era una gran potencia. Igualmente, los dirigentes chinos siguen orgullosos del largo pasado imperial de su país como singular entre las naciones.
Si es vista globalmente y en el gran marco de la historia, la noción del excepcionalismo estadounidense que condujo a los neoconservadores a proclamar el Proyecto de un Nuevo Siglo Estadounidense a fines del Siglo XX – adoptado de modo tan entusiasta por el gobierno Bush en éste – no es nada nuevo. Otras superpotencias han estado ahí antes y ellas, también, han sufrido la pérdida de su posición especial ante potencias emergentes.
Ninguna superpotencia en los tiempos modernos ha mantenido su supremacía durante más de algunas generaciones. Y, por excepcionales que se hayan considerado sus dirigentes, EE.UU., que ya está claramente más allá de su cenit, no tiene ninguna probabilidad de convertirse en una excepción a esta regla antigua de la historia.
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Dilip Hiro es autor de “Secrets and Lies: Operation "Iraqi Freedom” y, más recientemente de “Blood of the Earth: The Battle for the World's Vanishing Oil Resources,” ambos publicados por Nation Books.
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