lunes, 19 de mayo de 2008

Los viejos a la tumba, los jovenes a la obra!

De: Maribel Alatrista - malatrista@mimdes.gob.pe
Fecha: Lun, 19 de May, 2008 8:18 pm
Asunto: Los viejos a la tumba, los jovenes a la obra!

¡LOS VIEJOS A LA TUMBA, LOS JÓVENES A LA OBRA!


Con esta frase cierra el siempre joven Manuel González Prada su "Discurso del Politeama", luego del desastre nacional y de la amputación del territorio peruano.


Perfecta actualidad tiene, tristemente, para los sanmarquinos este discurso de hace más de cien años, que lamenta no resignadamente lo que llama "la quiebra fraudulenta y…la mutilación del territorio nacional." Y es que así, defraudados nos sentimos los sanmarquinos ante esta mutilación infame, inconsulta, arbitraria, e impermisible.


Sin embargo, el discurso del maestro no es solo gemido triste, sino crítica viril a los siempre viejos y marchitos que suelen gobernar el país; y extensible a esta casa de estudios. Y así es la gesta, crítica viril y cívica, de los estudiantes y algunos profesores, del 8 de mayo, contra los que luego de la "orgía" de la malversación y la componenda, y de estar bebiendo "el vino generoso" de los incrementos de sueldo (por ejemplo de los decanos, que se abstuvieron en la Asamblea Universitaria del 21 de diciembre de 2007), nos van a dejar "las heces" de la vergüenza y de la mutilación.


Es de lamentar la actualidad del discurso del maestro, porque en el Perú aun se replican los caínes, que por aumentos de sueldo o tratos oscuros, venden sus votos en asambleas o consejos. Pero lo que no hay que lamentar y que los decentes debemos rescatar es que "los viejos deben temblar ante los niños, porque la generación que se levanta es siempre acusadora y juez de la generación que desciende". Solo esperamos que, como dice el maestro, nacerá "de aquí, el historiador que marque la frente del culpable con un sello de indeleble ignominia."


De los jóvenes depende, en este mismo instante, que el 8 de mayo pueda significar el inicio de un camino sin retorno hacia la limpieza ética, hacia la meritocracia, hacia la cultura de la evaluación. De estos días depende que se pueda replicar las palabras del maestro: "Los que pisan el umbral de la vida se juntan hoy para dar una lección a los que se acercan a las puertas del sepulcro." Los decentes solo esperamos, y actuamos para ello, que este sepulcro, moral obviamente, sea próximo. Pero no solo para el senil y balbuceante rector, sino también para quienes, algunos estudiantes y algunos profesores tornados arbitrariamente (y en contra de sus flacos currículos) en autoridades, lo acompañaron en esta carrera hacia la mutilación territorial y la mutilación moral, más triste aun.


González Prada nos suena a los sanmarquinos de irónica actualidad. Dice en su discurso de 1888: "El Perú fue cuerpo vivo, expuesto sobre el mármol de un anfiteatro, para sufrir las amputaciones de cirujanos que tenían ojos con cataratas seniles y manos con temblores de paralítico". Los sanmarquinos de ahora, que tenemos a un oftalmólogo de rector, debemos decir que el cirujano mismo adolece de cataratas, y que no hace de médico, salvador de vidas, sino de diseccionador. El 8 de mayo se le dijo al forense amputador y cohorte de carniceros, que nos creen cadáver: "¡Estamos vivos!"


Pero el maestro parece un vate si se aplica su discurso a la vieja San Marcos, que promete renovación y juventud: critica a los diletantes, a los empíricos, a los aficionados que presumen de omniscientes. Y dice: "Vimos… al médico emprender obras de ingeniatura." Habla de nuestro lamentable presente: el médico que quiere pasar a la historia como ingeniero urbanístico, aunque para ello cercene y mutile.


Otro viejo joven maestro, Jorge Basadre, nos recuerda a los enemigos de la vida peruana, consecuentemente de la vida sanmarquina: los Podridos, los Congelados y los Incendiarios.


Los Podridos, que prostituyen las instituciones, como San Marcos, en servicio de sus medros y propias instituciones; aliados de otros podridos, que ocultan su mediocridad y senil moral con compadrazgos, padrinazgos o compañerismos de secta política. Los Congelados, encerrados en sí mismos, impasibles, indiferentes, imperturbables. Los Incendiados, que se queman sin iluminar. Cada uno sabe lo que ha hecho y está haciendo en y por San Marcos. Su conciencia, si la hay, notificará a cada cual. Pero preguntémonos quién es quién en nuestra Universidad, no partir de lo que decimos o escribimos, incluyendo el presente textito, sino a partir de lo que hemos hecho y hacemos por ella.


Sobre todo la mayoría de estudiantes, qué gran lección, y de manera espontánea, se ha manifestado ya en contra de que San Marcos pueda ser una chacra, un páramo o una fogata. Solo hace falta superar la espontaneidad. Parafraseando a Basadre, debemos decir que San Marcos no se pierda por la obra o la inacción de los sanmarquinos.





Harold Hernández Lefranc,

Antropólogo

Docente ordinario


Facultad de CC. SS.

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