miércoles, 29 de julio de 2009

¿Cuánto puede realmente crecer la economía chilena? - Felipe Larraín (El Mercurio)

De: Alvaro Pinto - alvaroipc@hotmail.com
Fecha: Mié, 29 de Jul, 2009 3:11 pm
Asunto: ¿Cuánto puede realmente crecer la economía chilena? - Felipe Larraín (El Mercurio)


¿Cuánto puede realmente crecer la economía chilena?

Felipe Larraín

Es comprensible que el ministro dude de que Chile pueda crecer al 6%, cuando el crecimiento promedio bajo el actual gobierno no llegará al 3%.

El ministro de Hacienda decidió entrar de lleno en el debate al cuestionar duramente el programa de Sebastián Piñera, particularmente en su capacidad de hacer crecer la economía chilena al 6%. Este debate es bienvenido, porque nos saca más allá de la discusión de la crisis, que -aunque importante- no debe desviarnos de mirar nuestra capacidad de desarrollo en el mediano y largo plazo. Esto determinará la posibilidad efectiva de generar más y mejores empleos, derrotar la pobreza y llegar al desarrollo.

Es comprensible que el ministro dude de que Chile pueda crecer al 6%, cuando el crecimiento promedio bajo el actual gobierno no llegará ni siquiera al 3%. Pero es posible. En primer lugar, la recesión de 2009 está generando capacidad ociosa en nuestro país, con la que podrá contarse hacia delante, y 2010 será un año de recuperación para la economía mundial; de hecho, el Fondo Monetario Internacional espera un crecimiento global de 2,5% y eso debería tonificar a nuestra alicaída economía. Pero lo más importante son las políticas económicas que respaldan este salto en el crecimiento de nuestra economía.

La propuesta económica de Piñera apunta no sólo a un crecimiento de 6% promedio en el período 2010-2013. También proyecta crear 200 mil empleos por año; esto es, en torno al doble de los aproximadamente 100 mil anuales que se crearán entre 2006 y 2009. Y propone erradicar la indigencia para 2014 y la pobreza en 2018. Sobre la base de este programa, Chile podría llegar al desarrollo y derrotar la pobreza para el bicentenario de nuestra independencia en 2018.

Empleo e inversión.

Estas metas son ambiciosas, pero factibles y están respaldadas por un conjunto potente de políticas. Existe un círculo virtuoso entre crecimiento, empleo y reducción de la pobreza. Para crear 200 mil empleos por año se requiere crecer mucho más de lo que Chile ha logrado desde 1998, cuando comenzó el letargo de nuestra economía. Y, a su vez, la mayor creación de empleo apuntala el crecimiento porque esos trabajadores adicionales producen y demandan bienes y servicios. También hay que preocuparse de mejorar el acceso al trabajo. Por eso, se plantea facilitar el trabajo desde el hogar y fortalecer y flexibilizar el pre y posnatal, medidas que son especialmente importantes para que la mujer compatibilice su rol de madre, esposa y trabajadora. También se propone incorporar la flexibilidad pactada de jornada en la negociación colectiva; ampliar el subsidio al empleo a otros sectores vulnerables; y dar un impulso decidido a la capacitación, entregando un bono individual para que los trabajadores chilenos puedan escoger dónde capacitarse, y promover los contratos de aprendizaje para que las empresas inviertan en sus trabajadores.

Para crecer al 6% se requiere asimismo estimular la inversión. El programa de Piñera plantea llevar la tasa de inversión desde los niveles en torno al 21% del producto en que probablemente terminará 2009, al 28% en 2013 (a precios corrientes). Para lograrlo se aprovechará el círculo virtuoso entre inversión y crecimiento, pero se requieren estímulos adicionales. Se plantea aquí un incentivo tributario transitorio con el mecanismo de depreciación acelerada. En la realidad actual, en la que se proyecta una caída de 15% para la inversión en 2009, esta medida resulta fundamental; en otros escenarios más normales puede resultar innecesaria, lo que puede aclarar la aparente paradoja que inquieta al ministro.

Se aumentará también el tope de tributación en base a las utilidades retiradas para empresas con ventas de hasta 25 mil UF (el tope hoy es de 8.800 UF), una medida dirigida a la vena de las pymes. Se contempla, asimismo, un nuevo estatuto para las pymes y diversas iniciativas para mejorar su acceso al financiamiento. Otro elemento aquí es la reactivación de las concesiones de obras públicas, necesarias para mejorar la infraestructura del país, extendiéndolas a áreas como educación y salud, y agilizando la nueva ley de concesiones.

En términos globales, se ha planteado repetidamente que se mantendrá el nivel de la carga tributaria, porque ella corresponde a un país del nivel de ingreso de Chile. Sí se plantean readecuaciones de impuestos para estimular el crecimiento y el empleo, además de un compromiso pleno con la regla del balance estructural. Por eso, la afirmación del ministro de que se pretenden bajar impuestos y las dudas que plantea sobre el futuro fiscal en un gobierno de Piñera no pasan de ser una crítica al voleo y provienen enteramente de su imaginación.

Mejorar productividad

Finalmente, Chile necesita un verdadero salto de productividad. No basta invertir más y generar más empleos si no logramos mejorar el uso de los recursos humanos y del capital. Aquí, este gobierno tiene un triste récord: de acuerdo con los datos duros y las propias proyecciones oficiales, la productividad caerá todos los años entre 2006 y 2009, a un promedio en torno al 0,5% anual. Es decir, esta fuente fundamental de crecimiento, en vez de sumar, ha restado en los últimos 4 años.

Es perfectamente factible retomar una contribución positiva de la productividad en torno al 1,5% anual. Esta meta, aunque hoy resulta exigente, es sólo la mitad de lo que Chile logró en el período 1986-1997. Los pilares aquí serán: la reforma del Estado, potenciando la Alta Dirección Pública y el sistema de evaluación social de inversiones; la modernización de las empresas públicas, transformando el Sistema de Empresas Públicas en un ente autónomo y colocando hasta un 20% de la propiedad de Codelco y Enap preferentemente entre las AFPs para que los trabajadores chilenos puedan participar de esta propiedad; la promoción de la ciencia e innovación, simplificando y extendiendo el incentivo tributario a la investigación y desarrollo; el apoyo al emprendimiento, reduciendo drásticamente el número de trámites y el tiempo necesario para abrir un negocio, y modernizando la ley de quiebras; promover la mayor competencia en los mercados; y mejorar de verdad la calidad de nuestra educación.

Pero más allá de las medidas, la actitud hace una gran diferencia. Debemos recuperar el entusiasmo por hacer las cosas bien, por premiar el mérito y la capacidad, y no la lealtad política. Debemos luchar por entregar más y mejores oportunidades a los chilenos, con una protección social efectiva para los que no tengan éxito. Ese es el Chile que soñamos camino al Bicentenario. En un escenario así, Chile puede perfectamente retomar la senda del crecimiento.

(Fuente: El Mercurio)

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