martes, 3 de febrero de 2009

Bolivia abrió el camino para el TLC (Correo)

De: Alvaro Pinto - alvaroipc@hotmail.com
Fecha: Mar, 3 de Feb, 2009 6:47 am
Asunto: Bolivia abrió el camino para el TLC (Correo)

www.correoperu.com.pe/lima_nota.php?id=82578&ed=14

3 de Febrero de 2009
ES FALSO QUE LA APERTURA COMERCIAL DESTRUYA NUESTRA INDUSTRIA

Bolivia abrió el camino para el TLC
Calificado alguna vez por los industriales-mercantilistas como el Esparza Zañartu de la política arancelaria, Roberto Abusada ha sido uno de los más importantes impulsores de la apertura comercial al mundo como el único camino para lograr el desarrollo.
Hoy, treinta años después, la implementación del TLC con EE.UU. es un buen momento para reflexionar sobre los errores que no debemos repetir.
Mario Camoirano
Correo: La apertura comercial fue satanizada por los defensores de la Industrialización por Sustitución de Importaciones (ISI). ¿Por qué no es bueno proteger a la industria nacional frente a la caída continua de los términos de intercambio?
Roberto Abusada: El objetivo final de la ISI no era ni el crecimiento ni el empleo, sino industrializar por industrializar. Este tipo de políticas se inspiraron en las ideas de Nehru, el primer ministro de la India, que a su vez partía de su admiración por la Unión Soviética y su control de las industrias estratégicas. Por eso, ideológicamente, este tipo de políticas siempre son impulsadas por la izquierda, aunque los únicos beneficiados sean los empresarios con llegada al gobierno de turno. El problema de fondo es que cuando fomentas la industrialización destinada al mercado local, abaratando sus insumos y elevando aranceles a bienes terminados extranjeros, implícitamente desalientas la exportación. Por eso estos experimentos siempre han terminado con crisis en la balanza de pago y falta de divisas. La ISI, sólo sirvió para derivar los ingresos por exportación de materias primas a una industria que producía valor agregado negativo. ¿Sabe cuánto costaba una licuadora, ensamblada por la industria nacional en 1973? (unos US$250 a US$600 actuales).
C.: Usted siempre impulsó la apertura comercial unilateral. ¿Por qué terminó apoyando este camino bilateral de cerrar los TLC con nuestros principales socios?
RA: Cuando tienes una economía muy pequeña, no hay manera de que puedas dar empleo a toda tu población si no exportas, y tampoco tienes poder para imponer una negociación comercial a otros países, por lo que la apertura unilateral es tu único camino. En el Perú intentamos hacerlo a principios de los ochenta y entre 1990-1997, pero la experiencia me demostró que, ante cualquier evento recesivo, los cantos de sirena del proteccionismo regresaban. Pasó con Belaunde tras la moratoria de la deuda externa y el Fenómeno de El Niño de 1983, y con Fujimori tras la crisis de 1998. Por eso, cuando surgió la posibilidad de negociar el TLC con EE.UU., nos dimos cuenta que era el camino ideal para consolidar la apertura comercial. Además, un tratado supranacional de esa naturaleza, es un atajo a la institucionalidad de la que tanto carecemos. Al compartir soberanía con EE.UU., es bien difícil hacer políticas exóticas.
C.: ¿Y cuál es la historia del surgimiento de esta negociación?
RA: Sonará rarísimo, pero fue Bolivia la que abrió el camino para el TLC. Yo visité a Kuczynski cuando fue nombrado ministro de economía por Toledo, y le expuse por qué un TLC era la única forma de cimentar este atisbo de libre comercio de los noventa. Él me dice: ¿Estás hablando del NAFTA?,¿cómo podríamos hacerlo?. Le menciono que existía una ventana de oportunidad, pues el entonces presidente de Bolivia, Jorge Quiroga, casado con una texana, había obtenido una oferta de Bush para iniciar esa negociación. Y le dije: Olvídate de los colombianos, que tienen mil problemas y mucha resistencia de sus industriales, y juntémonos con Bolivia. Es increíble cómo terminaron las cosas. Ahora sólo el Perú pudo implementar el TLC y Bolivia ni siquiera tiene el ATPDEA.
C.: Y también se terminó debilitando a la Comunidad Andina y el ideal de integración subregional.
RA: Sería bueno recordar cuáles fueron los tres pilares del nacimiento de la Comunidad Andina. Primero la Decisión 24, destinada a prohibir la inversión extranjera. Segundo, la división entre sus socios de las industrias, y tercero el Arancel Externo Común (AEC), que nunca se pudo implementar. Lo que pasaba era que yo ponía una fábrica de pilas en Ecuador, tú otra en el Perú y nos exportábamos mutuamente, lo que terminaba en una especie de robo de la Aduana. Es decir, el arancel alto que antes aplicaba Ecuador a las pilas del Perú y viceversa, se lo terminaban quedando los productores, y por supuesto, los consumidores de ambos países seguían disfrutando de productos de mala calidad y alto precio. Por eso se fue Chile.
C.: ¿Qué le puede decir a quienes todavía sostienen que la apertura comercial destruyó nuestra industria?
RA: Que es falso. Tan simple como eso. La apertura de los noventa desapareció a las industrias que jamás tuvieron razón de existir si no fuera por los aranceles altos, como los de productos electrodomésticos y vehículos. Sobrevivieron las que manufacturan bienes que no tendría mayor sentido importar y prosperaron aquellas en que tenemos ventajas competitivas. Un caso singular es el de la industria textil. A principios de los noventa, todas las fábricas que podían exportar por la existencia de subsidios como el certex y que no podían competir, no digamos con Asia, sino que ni siquiera con EE.UU., se fueron al sistema de reestructuración empresarial; pero ahora han mejorado su productividad y son uno de los motores de la exportación. La nueva industria peruana ya no es consumidora neta de divisas, sino todo lo contrario. Repito, la liberalización es la única alternativa de tener más productividad y más empleo.
C.: Ollanta Humala ha declarado que, de ser elegido presidente, revisaría el TLC, pues no podría asumir el costo social del engaño de que salvará al Perú.
RA: Son ideas políticas similares a las que hoy imperan en Bolivia, donde el criterio parece ser, mientras más pobreza, mejor. Ante Humala, quien hizo ganar a Alan García fue Lima, y Lima son dos ciudades: la tradicional de dos millones de habitantes, y la moderna, de seis millones, esa que tiene la discoteca más grande, el gimnasio más grande y donde todas las inmobiliarias se pelean un lote para un nuevo centro comercial. Esa prosperidad es consecuencia directa del crecimiento que la liberalización ha traído. Hay tres factores que los marketeros han identificado que determinan la felicidad en el peruano: la casa propia, la familia y la modernidad. Lo que quiere el joven peruano es oportunidades de progreso y eso es muy difícil de entender para nuestra izquierda retrógrada.

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