lunes, 8 de diciembre de 2008

CARLOS ANGULO: Se fue Donayre, el problema queda

De: joo cesar - jocajoo1@yahoo.es
Fecha: Lun, 8 de Dic, 2008 1:24 pm
Asunto: CARLOS ANGULO: Se fue Donayre, el problema queda




Coletillas al Margen

Se fue Donayre, se queda el problema

Carlos Angulo Rivas



La notoria ausencia de Alan García en la trasmisión de mando del Ejército realizada en la Comandancia General, en el patio de honor de El Pentagonito fue un desaire inaceptable, una verdadera ofensa a la institución. Más todavía porque estuvo marcada por la cobardía del gobierno frente a la agresión diplomática de Chile, de ordenar al presidente peruano la destitución del general Edwin Donayre, Comandante General del Ejército. Y si bien la tibia actitud de García Pérez fue la de no acatar la clara injerencia del gobierno chileno, la insolencia no podía ser solucionada por un dejarlo caer (a Donayre) reglamentario, renunciando el Perú al enérgico rechazo de la inadmisible intromisión de un gobierno extranjero. Y es que en realidad, los peruanos no podíamos vislumbrar este rechazo escrito en una nota de la cancillería porque simplemente el presidente y su canciller ya se habían echado de la manera más insultante que pueda acontecer a una nación: anunciar a la señora Bachelet que el general Donayre iba a pasar al retiro, a manera de satisfacción de una supuesta ofensa a Chile, en el ámbito privado de una reunión social, debido a que terminaba su mandato el cinco de diciembre y asunto solucionado. Nos preguntamos: ¿qué hubiera pasado si la suerte no favorecía a García Pérez? Es decir, que no correspondiera a Donayre la finalización de ese mandato fechado premonitoriamente. ¿Lo hubiese destituido como exigía el gobierno chileno?



En anterior oportunidad he criticado las excentricidades y extravagancias del general Donayre, todas permitidas y de complacencia y deleite de Alan García cuando se trataban de actos de adulación a su persona como comandante en jefe de la Fuerza Armada, incluido el desfile a paso ligero durante las fiestas patrias. El general Edwin Donayre es una hechura a la medida de Alan García Pérez en cuanto haber alcanzado la comandancia general del Ejército; recordemos que no le tocaba el puesto pero la maniobra política borró impedimentos, fojas de servicio y méritos. El presidente necesitaba un adulón por excelencia y lo logró; necesitaba un excéntrico inofensivo y lo logró; un sospechoso de corrupción para tenerlo en sus manos y lo logró. Sin embargo, la cuestión de fondo, ya no es Donayre, nunca lo fue, sino Alan García y su política de debilitamiento nacional, de entreguismo antipatriótico, de inseguridad defensiva nacional y de artífice principal de la inmoralidad y la corrupción en el país. Veamos este asunto de fondo, que es el fundamental. El general Donayre, a pesar de su estilo histriónico para unos, teatral para otros, tuvo apoteósicas expresiones de aplauso y apoyo moral, en la región de Arequipa, en el Fuerte de la blindada del Rimac y en el propio Pentagonito, donde en segunda manifestación injuriosa al Ejército (la primera fue la inasistencia de García Pérez), el ministro de Defensa, Flores Aráoz, se retiro expresando con su intolerante actitud una indirecta satisfacción al gobierno chileno, pendiente de las formas en el despido al general Donayre. Esta fue una manera de calmar ánimos ajenos sin importarle la afrenta contra los peruanos de uniforme, oficiales, suboficiales y soldados que, precisamente, con sus manifestaciones estaban expresando un sentimiento patriótico real y necesario, escaso o nulo en el gobierno.



Un senador chileno califico de "falta de hombría" a Alan García durante el diferendo por las declaraciones privadas del general Donayre, lo hizo públicamente ante la prensa chilena; y el gobierno peruano guardó un silencio ignominioso. El general Izurieta, comandante general del ejército chileno, en pleno conocimiento de la corrupción existente en el Perú a cargo de un hombre como Alan García, dispuesto a vender el país entero por las coimas que recibe él y sus secuaces, dijo muy suelto de huesos ante la prensa internacional, cuando le preguntaron por qué y para qué se armaba Chile desproporcionadamente, acaso para una invasión al Perú, y éste respondió: "para que vamos a invadir si podemos comprarlo." Y que dijeron Alan García y la cancillería del ministro García Belaúnde, nada de nada; guardaron por enésima vez silencio ignominioso. ¿Es esta una política exterior soberana? ¿Es esta la política exterior de Alan García cuando manifestó al pueblo peruano algo así como: "no hagan olas contra los chilenos porque se pueden molestar y retirar sus inversiones."? ¿Es una política exterior soberana firmar un oneroso TLC con Chile, sólo por negocio, eliminando los impedimentos constitucionales? Las respuestas a estas preguntas son, sin duda, un No categórico; entonces las apoteósicas expresiones de aplauso y apoyo moral al general Donayre, en la región de Arequipa, en el Fuerte de la blindada y en El Pentagonito son, aparte de un sentimiento patriótico real y necesario, independientemente del general Donayre, un rotundo rechazo a este comandante en jefe de la Fuerza Armada llamado Alan García.



Y la verdad, a pesar de la servidumbre de García Pérez, el gobierno chileno no está contento del todo; de los contrario no tendríamos declaraciones como las del presidente de la Comisión de Defensa del Senado, Sergio Romero, quien criticó la despedida de Donayre al decir que el Perú está ensalzando a un agraviador e insistió en que el presidente García debió destituir a Donayre. La gran diferencia en todo este affaire diplomático es que el gobierno chileno, incluida la oposición y el ejército, cierra filas en torno a su república, mientras García Pérez y sus funcionarios, todos ellos comprometidos con la corrupción, dividen al país con una diplomacia versallesca venida a menos hace doscientos años; pues como en la guerra de 1879, que nos agarraron indefensos, con politicastros exhibiendo sus intereses particulares, familiares y caudillescos no se puede hacer patria. La casta política que gobierna no ha cambiado en absoluto, por el contrario se ha envilecido y enviciado con los recursos del Estado hasta la impudicia de importarle la patria ¡un carajo! mientras Chile dedica el diez por ciento de los ingresos del cobre (la principal industria de ese país) en gastos de defensa; el Perú prácticamente obsequia sus recursos naturales, en contratos onerosos de explotación minera, maderera, gasífera, petrolera y otros que permiten la extracción indiscriminada de las empresas transnacionales en un carnaval de millones de millones de dólares que salen del país, con el agravante de no pagar impuestos ni regalías; y encima de no repotenciar ni modernizar el equipo, las armas y pertrechos de la defensa nacional, García Pérez se permite poner en subasta los terrenos del Cuartel General del Ejército en un negociado inmobiliario nada santo (especulación de tierras) como el que se lleva a cabo con el aeropuerto de Collique, en vez de habilitar este campo para una escuela de aviación de la Fuerza Aérea. ¿Estamos en buenas condiciones defensivas con aviones de guerra que no vuelan, con buques de guerra de segunda y con tanques rusos T 55 que estallan hasta en un desfile matando a su tripulante?

Al asumir el mando como comandante general del Ejército, el general Otto Guibovich, reconoció que "Donayre estableció los pilares que consideró fundamentales para su gestión: la transparencia en el empleo de los recursos, acercamiento a la población y entrenamiento de las tropas". "(Le) agradezco... por los esfuerzos logrados, queda claro que el Ejército ha ganado en acercamiento a la población y en otros muchos aspectos Gracias por darle alegría al Ejército" y luego agregó: "El poder de las armas tiene una razón constitucional y nunca más debe tener injerencia en temas políticos. La espada como símbolo de mando y honor brilla cuando se dedica a lo suyo y se opaca cuando la alejamos de lo nuestro. Deja de ser un símbolo de honor cuando apunta al corazón de la democracia." La pregunta que yace en tan elaborada definición es la siguiente: ¿existe una democracia en el país, después de los últimos quince años de Fujimori, Toledo y el nuevo García Pérez? ¿Se puede defender como democracia a una extensa casta política que ha atrapado al Estado Peruano en una extensa red de inmoralidad y corrupción? ¿Cuál de los poderes del estado se salva después de los videos infamantes y obscenos de Vladimiro Montesinos? ¿Acaso el Congreso Nacional no está dominado por apristas y fujimoristas prontuariados y tránsfugas de todo laya defendiendo sus intereses personales? ¿Acaso el Poder Judicial no es un organismo infectado y purulento infestado de jueces apristas y fujimoristas, donde existe la manipulación total, la famosa prescripción con nombre propio y la impunidad de los delitos? ¿Acaso el Poder Ejecutivo no ha vuelto a caer en manos de una banda de cleptómanos, estafadores y carteristas reincidentes comandados por Alan García y sus secuaces; el gabinete Jorge Del castillo no ha caído con las manos en la masa comprometiendo a todos sus ministros en el enorme negociado de los lotes petroleros asignados a una empresa desconocida como Discover Perú? ¿Acaso las evidencias de los tratos con el empresario Fortunato Canáan, desfile de ministros y funcionarios de primer nivel por la suite del Country Club, para el inicio de negociados multisectoriales no son más que suficientes pruebas de corrupción e inmoralidad?

¿Es esta democracia la que debe defender la Fuerza Armada enfrentando al pueblo peruano que aspira sólo a su bienestar familiar y a la defensa de la patria? ¿Es esta la democracia, que secuestra al Estado para beneficio de una casta política degenerada, la que debe defender la Fuerza Armada? ¿Existe el Estado de Derecho cuando el estatuto de Fujimori sigue vigente como si fuera la ley de leyes que permite todos los desmanes vistos en los últimos quince años? ¿Puede llamarse sistema democrático a la armazón de una fauna de politicastros cuyo concepto de patria está sepultado por sus intereses particulares y lo único que tiene de sistema es el sistemático asalto a la nación? ¿Pueden seguir llamando los medios de comunicación masiva, sistema democrático, a la permanente desfiguración del Estado corroído por la inmoralidad, el descaro, el cinismo y la falta de escrúpulos? No señores generales de los institutos armados, ustedes no están defendiendo la patria, ni la democracia, ni el estado de derecho; Ustedes están de escudo de la desvergüenza y la procacidad de los políticos que, cuando los necesitan los enfrentan a la pobreza y la miseria del país, y los envían a matar campesinos arrasando sus comunidades; sin observar que de esa pléyade de auténticos peruanos salen los soldados que, finalmente, defenderán la patria en las más difíciles circunstancias, cuando los políticos que tenemos huyan a sus aposentos de Paris, Miami o Roma.

Pero, aparte de la defensa de una verdadera democracia, por supuesto no la actual caricatura, la Fuerza Armada tiene el deber de defender los recursos naturales y la integridad territorial, tierra mar y aire. Y no puede reservarse su opinión en los temas geopolíticos de la región y esto no es una intervención en política partidaria sino en política general del Estado, esté quien esté en el gobierno. Los intelectuales y profesionales no comprometidos con la inmundicia llamada sistema democrático actual somos una reserva moral del país. Los oficiales, subalternos y soldados no comprometidos con la corrupción y la inmoralidad, constituyen también, en defensa de la patria, una reserva moral de la nación. Sólo la Constitución Política de 1979 puede restituir el Estado de Derecho y la democracia en el país. No olvidemos que existe de pleno derecho en esa carta constitucional el derecho a la insurgencia para reemplazar el gobierno que usurpa el poder por una violación de larga data que se inició en abril de 1992. Alan García no puede seguir escudándose en las instituciones castrenses para sostenerse en el poder con apenas 18% de respaldo a su gestión administrativa y una serie de desatinos y libertinajes a la luz del sol. Algo distinto se debe hacer, pueblo y Fuerza Armada, porque a como vamos el derrocamiento y reemplazo del corrupto Alan García y su pandilla, con elecciones adelantadas luego de reajustar, a través del poder constituyente la Carta de 1979, se convierte en eminente. ¡Por la salud de la patria!

Nadie quiere enviar chilenos en ataúdes o bolsas de plástico, por sí y ante sí. La infortunada frase del general Donayre, si se quiere, fue en caso de una invasión militar enemiga; y en ese hipotético caso, desgraciadamente, no los podemos recibir con los brazos abiertos. Que los sepan bien, la señora Bachelet, Foxley, el general Izurieta y todos los diputados y senadores chilenos.

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