De: Rodrigo Arce Rojas - rarcerojas@yahoo.es
Asunto: La naturaleza como cliente
Estimados colegas:
Comparto con ustedes una reflexion sobre el tratamiento institucional de la naturaleza. Reflexiones que vienen desde la responsabilidad social(ambiental).
Cordialmente,
Rodrigo
Rodrigo Arce Rojas
Cel. 998761315
La naturaleza como stakeholder
Por: Rodrigo Arce
Si revisamos la misión o propósito fundamental de algunas organizaciones de conservación de la naturaleza encontramos las siguientes variantes:
Enfoque integral:
• Construir sostenibilidad ambiental, social, económica y política legal
Enfoque orientado a la naturaleza:
• Conservar la integridad de la naturaleza
• Conservar ecosistemas
• Conservar ecosistemas representativos y funcionales
• Conservar la diversidad biológica
• Conservar las plantas, los animales y las comunidades naturales
• Preservar la herencia natural actual de la Tierra
Enfoque orientado a una dimensión de la naturaleza:
• Mantener los servicios ambientales
Enfoque orientado a un uso sostenible:
• Asegurar que cualquier uso de los recursos naturales sea equitativo y ecológicamente sostenible.
• Propiciar el uso adecuado de los recursos naturales.
Enfoque defensivo:
• Detener la degradación de ecosistemas
Enfoque constructivo:
• Construir un futuro en el que las personas vivan en armonía con la naturaleza
Todos estos propósitos institucionales son válidos. Nosotros queremos más bien analizar las diferentes propuestas a la luz de un enfoque estratégico que precisamente contribuya a movilizar positivamente a las personas de estas organizaciones hacia una gestión efectiva.
Para el efecto tomaremos prestado de conceptos de economía orientada al cliente para realizar este análisis. Esto podría generar una reacción negativa para algunos quienes inmediatamente se resistirían a considerar a la naturaleza como un cliente, primero porque dirían que la naturaleza no es una persona y segundo porque no aceptarían que se use lógica empresarial para analizar el rol de la naturaleza dentro de las organizaciones de conservación. Así es que a riesgo de ser acusado de mercantilizar la discusión nos vamos a dar esa licencia.
Tendríamos que aclarar que en este caso cuando estamos hablando de “cliente” el objetivo es aclarar cuál es la razón o propósito fundamental de una organización que se dedica a la conservación para poder satisfacer sus necesidades con los más altos estándares de calidad. Confío en que dado este concepto los iniciales rechazos puedan ser amainados porque el propósito es más bien ubicar cuál es el tratamiento correcto que debería darse a la naturaleza.
La siguiente discusión es que si podemos separar la naturaleza del hombre como lo ha hecho occidente. Si asumimos esta posición entonces el cliente sería la “naturaleza + la sociedad” como una única identidad. En otras palabras, en el fondo el cliente sería la gente bajo la apariencia de “desarrollo sostenible” y aunque es un concepto ampliamente aceptado no escapamos de un enfoque antropocéntrico porque estamos otra vez subordinando los derechos de la naturaleza a los derechos de la gente. El equilibrio que reclama la sostenibilidad implicaría de todas maneras aceptar que vamos a aceptar afectar a la naturaleza en nombre del “desarrollo sostenible”. Así es que aquí nos damos una segunda licencia en el análisis: separaremos ex profesamente sociedad de naturaleza para entender el papel de la naturaleza en la misión institucional de las organizaciones conservacionistas.
Así es que tratamos de escaparnos de un enfoque antropocéntrico o un enfoque naturacéntrico (en el entendido que estamos separando adrede la naturaleza de la sociedad. Este aparente juego de palabras tiene una motivación fundamental reconocer cuál es el papel de la naturaleza en el tratamiento institucional.
Una cosa es decir que mi cliente es “el desarrollo sostenible”, otra cosa es decir “la gente” y otra cosa es decir “la naturaleza”. El tema de fondo es que una apropiada identificación del cliente me va a permitir personificar quién es el actor central a quien yo debo entregar lo mejor de mis capacidades, esfuerzos y atenciones. Hasta aquí es más o menos comprensible pero el análisis estaría incompleto si es que no incorporamos las otras variables que están en juego. Aparecen las entidades reguladoras, las entidades financieras, las empresas extractivas, las entidades manejadoras de recursos, las entidades de investigación, los donantes ciudadanos, los propios colaboradores de las organizaciones, entre otros actores, que determinan una correlación de fuerzas que finalmente definen cuál es la calidad de los servicios que recibe el cliente “naturaleza”.
Entonces las preguntas que se generan de estas interacciones van dirigidas a revisar si es que realmente hemos identificado cuál es nuestro cliente principal y cuáles los clientes secundarios. Claro que todos son clientes en sentido estricto pero asumir esta posición nos quitaría objetividad para reconocer cuál es nuestro cliente principal. Las preguntas que caen gravitacionalmente son:
• ¿Son nuestros clientes principales las entidades reguladoras?
• ¿Son nuestros clientes principales las entidades financieras?
• ¿Son nuestros clientes principales las empresas extractivas?
• ¿Son nuestros clientes principales las entidades manejadoras de recursos?
• ¿Son nuestros clientes principales las entidades de investigación?
• ¿Son nuestros clientes principales los donantes ciudadanos?
• ¿Son nuestros clientes principales los propios colaboradores de las organizaciones?
Repito que desde una perspectiva de desarrollo sostenible y de Responsabilidad Social todos son clientes y a todos hay que tratarlos apropiadamente. Pero el ejercicio propuesto aquí es dimensionar objetivamente en qué medida estamos tratando como cliente a la naturaleza. Un examen objetivo en la organización nos permitirá determinar la coherencia de nuestra organización con su misión institucional. Este es un ejercicio de enfoque estratégico que tiene como motivación contribuir a la reflexión para la gestión efectiva de las organizaciones de conservación. La crisis económica y la crisis ecológica actual nos obligan a fortalecer nuestras capacidades de gestión efectiva.
Finalmente, habría que preguntarse si las formulaciones de visión y misión institucional tienen la suficiente fuerza motivacional para concentrarnos en lo que queremos construir y no en el proceso o lo que queremos deshacernos. Será bueno saber en qué medida nuestra visión y misión institucional generan la suficiente motivación e inspiración para desplegar lo mejor de las capacidades humanas para atender a nuestro cliente principal con los más altos estándares de calidad.
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