martes, 27 de enero de 2009

El Reto del Plan Anticrisis:Crecimiento con Inclusión

De: Estrella del Sur Ayacucho - estrelladelsurdeayacucho@hotmail.com
Fecha: Dom, 25 de Ene, 2009 11:03 am
Asunto: [PAP80-90] FW: El Reto del Plan Anticrisis:Crecimiento con Inclusión

(Italo Villaverde Huaita)


El reto del plan anticrisis:
crecimiento con inclusión
Fuente : Diario EL COMERCIO

Según reciente informe del Banco Mundial, los 90 meses de crecimiento continuo de nuestro PBI, que han merecido el calificativo de "el milagro peruano" son un logro descollante que demuestra la solidez de nuestra economía, aunque ello no significa que estemos blindados.


Sin embargo, paradójicamente, este crecimiento económico va acompañado por un aumento preocupante de la desigualdad y la brecha social. No solo la riqueza se concentró más en zonas urbanas sino que, peor aun, los pobres sintieron tres veces más los estragos de la inflación.

¿Qué está pasando? Hay aquí un debate de fondo que debemos promover con urgencia, para analizar en qué está fallando en el modelo y hacer los ajustes necesarios.

Concordamos en que la economía social de mercado es lo que más conviene al sistema democrático. Pero obviamente se dan diversas variantes que llevan a: modelos neoliberales, como los que promueve el consenso de Washington en que el mercado lo es todo y que podrían haber incubado la grave crisis mundial; los llamados estados de bienestar, que podrían irse al otro extremo, tornándose elefantiásicos e inviables a futuro; o el modelo keynesiano, en que el Estado hace mucho más visible su protagonismo en la economía, postura que, ante el desastre de la desregulación y del 'dejar hacer', se está reactualizando en los planes de reactivación de algunos países para salir de la crisis.

¿Qué es lo que conviene al Perú? No se trata de denostar o rechazar la actividad privada, vital para el desarrollo de un país y que debe ser apoyada, sino de compatibilizar el objetivo de crecimiento económico con aquel otro de plena inclusión, de modo que los beneficios de la macroeconomía sean percibidos por las mayorías en sus bolsillos y en su calidad de vida, con lo que además de evitar conflictos sociales se lograría la paz social.

Para ello, el Estado debe retomar su papel orientador y regulador, además de comprometerse más con planes de inversión que generen dinamismo económico, mayor empleo y contribuyan a los grandes objetivos de descentralizar y reducir la pobreza.

Así como hay que darle prioridad a la inversión en infraestructura, electrificación y vías de comunicación que integren al país, debe darse más énfasis a la educación, el principal vehículo de movilidad social. Como lo hemos dicho antes, no hay mayor discriminación que una educación mediocre, que condena a los niños y jóvenes al atraso y la pobreza.

Es aquí donde el Estado debe poner en práctica los principios de subsidiariedad de modo objetivo y eficiente. Por lo mismo, la mejora de los índices de nutrición, salud, educación y seguridad es algo absolutamente imprescindible, tanto como el apoyo social directo para aquellos en pobreza y extrema pobreza.

Pero, no se puede repartir lo que no se tiene. En síntesis, hay que poner las bases de un desarrollo humano sostenible, que promueva decididamente la fluida interacción entre Estado-empresa-sociedad y donde el crecimiento económico sea altamente competitivo pero con redistribución y responsabilidad social.

Todo ello naturalmente solo lo podrán aplicar estadistas con voluntad política orientada al bien común, que involucren a los ciudadanos y se apoyen en un cuerpo de expertos en administración pública, con capacidad de servicio y que accedan a los principales cargos de responsabilidad a través de concurso.

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