sábado, 6 de diciembre de 2008

Relaciones con la comunidad

From: Rodrigo Arce Rojas - rarcerojas@yahoo.es
Subject: Relaciones con la comunidad



Estimad@s colegas:

Algunos apuntes sobre las relaciones con la comunidad y las empresas extractivas. Para debate, propuestas y enriquecimiento. Con el ruego de su difusion.

Cordialmente,

Rodrigo



Rodrigo Arce Rojas
Responsabilidad Socioambiental EIRL
Nazca 247, Dpto. 201, Jesus Maria
Tel. 3310091
Cel. 998761315



Relaciones con las comunidades y sostenibilidad

Por: Rodrigo Arce Rojas

La forma cómo se emplea la frase “relaciones comunitarias” es algo confusa. El entendimiento más frecuente refiere a las relaciones que establecen las empresas con las comunidades. Bajo esta lógica y contexto la frase “relaciones empresariales” tendría que significar las relaciones que establece la comunidad con la empresa y esto no es coherente. Relaciones empresariales alude al vínculo que establecen las empresas. Consecuentemente relaciones comunitarias tendría que estar más acotada a los vínculos que establecen las comunidades.

Por ello, considero que la frase “relaciones con las comunidades” empleada por la Corporación Financiera Internacional - IFC (Grupo del Banco Mundial) es más apropiada. Es más la IFC maneja la expresión “relaciones con las comunidades y otros actores sociales” que amplia el espectro de atención respecto a las actividades de la empresa.

Esta primera precisión semántica es muy importante porque tiene que ver con la lógica cómo se aborda el tema. Bajo la concepción convencional de relaciones comunitarias el énfasis está en puesto en cómo la empresa puede trabajar en paz sin afectar su rentabilidad, cómo involucra a la comunidad en el proyecto y cómo gana una imagen de responsabilidad social como ventaja competitiva. De esta manera, los procesos de negociación que en teoría se ubican en el enfoque ganar-ganar quedan relativizados porque está claro de antemano cuáles deben ser los resultados.

Sin embargo, la discusión no es de qué lado me pongo y me sesgo a los intereses de las empresas, la comunidad o el Estado. Con demasiada frecuencia este sesgo de partida dificulta los procesos de diálogo y negociación. Un proceso de negociación parte por reconocer que los actores tienen intereses. Un genuino proceso de diálogo y concertación no busca ataviar los intereses si no más bien expresarlos de manera asertiva para que puedan ser apropiadamente abordados. Esto no quiere decir que los intereses de los actores han de satisfacerse a integridad si no encontrar un punto de equilibrio que a su vez esté en sintonía con el ambiente.

Está claro que las empresas quieren obtener rentabilidad y es su derecho. El Estado desea que las empresas tributen para incrementar sus ingresos fiscales. Las comunidades desean beneficiarse con empleos, ingresos pero no quieren que los afecte social, cultural y ambientalmente. Consecuentemente, el hecho no está en qué intereses deben primar o los objetivos de quién deben prevalecer si no cuál es el objetivo fundamental que buscamos con esta relación. Es aquí que el objetivo que debe primar es el de la sostenibilidad.

El poco entendimiento (o en su defecto el interés explícito del actor por beneficiarse a costa de la gente y el ambiente) provoca una serie de distorsiones. Por ejemplo empresas que tienen departamentos de relaciones comunitarias que cumplen sus obligaciones sociales y ambientales sólo por exigencias legales o administrativas, oficinas estatales que son abiertamente permisivas o sospechosamente lentas en su accionar para remediar situaciones anómalas, o comunidades que piensan que las empresas deben resolver todos sus problemas o son causantes de todos sus problemas.

Para superar este conjunto de barreras que dificultan un proceso concertado, se requiere mucho respeto y consideración entre las partes. Si para todos está claro que el objetivo fundamental es la sostenibilidad entonces habría que revisar algunas ideas preconcebidas que no dejan avanzar. Habría que ponderar apropiadamente qué significa la responsabilidad para cada una de las partes. Es cierto que las empresas no pueden asumir todo el pasivo social histórico que hay en las comunidades, las comunidades no pueden cifrar sus esperanzas de desarrollo sólo a factores externos y el Estado (mejor dicho el Gobierno) tiene que dejar su adicción a ingresos rápidos producto de las actividades empresariales extractivas aún a costa de sacrificar al ambiente y la gente, generar normas con nombre propio o transgredir sus propias normas.

Las relaciones con las comunidades entonces no sólo son un factor de competitividad empresarial producto de la aplicación de una genuina política de responsabilidad social. Tiene también el propósito de construir con el ejercicio activo de la ciudadanía y contribuir a la gobernabilidad asociada al territorio. Es por ello que en este marco no caben las políticas asistencialistas que sólo perpetúan la dependencia y no resuelven el tema de fondo que es generar relaciones de sociedad entre los actores en las que juntos trabajan y apuestan por la sostenibilidad como objetivo supremo. Ello implica revisar legislación que no permite que los recursos del canon puedan usarse en desarrollo de capacidades.

Confianza y transparencia son dos palabras clave que deben acompañar el proceso de concertación social para la sostenibilidad. Bajo este contexto no se trata de “hacer participar” a las comunidades ni menos realizar procesos de consulta sólo como expresión de cumplimiento de normas. Una consulta auténtica no es un proceso informativo sino un proceso comunicativo, de encuentro, de interaprendizaje, de voluntad de cambiar de posiciones y de implementación en la medida de lo razonablemente posible.

También es necesario considerar que en un proceso de concertación tripartita están en juego diferentes culturas, cosmovisiones, lenguajes, significados, símbolos y códigos. No se trata de imponer una perspectiva si no de encontrar juntos la perspectiva de sostenibilidad.

Es claro reconocer que en un proceso de concertación entra en juego el tema del poder. La conciencia de relaciones desequilibradas de poder no es para imponer posiciones si no para estar consciente de la necesidad de buscar mejores equilibrios que hagan más viables y permanentes los acuerdos. Procesos manipulatorios pueden convertirse en triunfos pírricos por lo que existe la necesidad de basar las relaciones en principios de confianza y transparencia.

Esperamos que el crecimiento económico de las empresas extractivas también tenga implicancias en el desarrollo de capital social con indicadores claros de relaciones de confianza, transparencia; capacidad dialógica, concertadora y de negociación ganar-ganar, enfoque en el que también se respeta a la naturaleza.

Responsabilidad Socioambiental EIRL
rarcerojas@yahoo.es

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