lunes, 1 de octubre de 2007

CUANDO LA AUREOLA SOLAR SE PRESENTO

De: Walter Saavedra - ching_tien_tao@yahoo.com
Fecha: Dom, 30 de Sep, 2007 10:38 am
Asunto: CUANDO LA AUREOLA SOLAR SE PRESENTO

LA AUREOLA DEL SOL


Walter Saavedra

Anoche vi, sobresaltado, que una aureola enorme se levantaba alrededor del sol. Me asusté mucho. No supe que hacer. Mis abuelos me habían dicho que un fenómeno de esos anunciaba una catástrofe de dimensiones no imaginadas. No sabía qué hacer. Recién salía de mi cuarto y aún no me había despertado del todo. La gente a mi alrededor se iba reuniendo y me pedía que tome algunas fotografías del fenómeno que tanto temor despertaba en mí. Yo tomé valor, saqué mi cámara fotográfica, aquella que siempre llevo conmigo, -o que siempre me lleva consigo, no sé, algunas de las dos cosas debe ser la verdad aunque yo no lo sepa-, saqué pues mi cámara fotográfica y clic por aquí, clic por allá, las fotos iban siendo tomadas. Pero existía un gran problema: la aureola que rodeaba al sol no entraba en la toma, era demasiado grande para ser abarcada por mi cámara de aficionado a la que estoy tan aficionado. Tomé las fotos por partes pues, nada más podía yo hacer. Una amiga mía muy querida, sacó su teléfono celular y comenzó también a tomar fotos. Cuando vi sus fotos, la sorpresa que me sorprendió fue inmensa: en sus fotos el sol salía bien centrado y con un gran punto negro en el centro. Miré mis fotos y el sol salía nítido, limpio, blanco, hermoso. Ella volvió a tomar otras fotos y nuevamente el punto negro en el centro del sol se levantaba para no desaparecer sino para afirmarse más aún. Ya no pregunté más, ya no dije nada, ya no miré al sol para no ver lo que no veía. Dejé que el sol saliera como gustara en cada fotografía que se le tomara. Eso a mí no me importaba. Veleidades de artista que se siente solicitado por todo el mundo. De mi sorpresa me quitó una persona que se me acercó para comunicarme que los chicos estaban diciendo que la aureola indicaba que el mundo de iba a acabar. Me sorpresa se convirtió en pavor. ¿Entonces esa era la catástrofe que mis abuelos estaban diciendo que se produciría cuando se presentaba una de esas aureolas en el sol? Casi entro en pánico, pero me supe controlar. Nomás salí corriendo, sin que nadie se diera cuenta que era por pánico. Dije que tenía que ir al baño. Y ciertamente que iba al baño porque el pánico había producido en mí una necesidad que no se podía postergar a condición de echar a varios quilómetros alrededor mío un perfume de aquellos que hace que la gente te miré como a una persona rara aunque tú no lo seas sino que lo que te está pasando es lo raro. Nadie me entendió. Sólo vieron cómo salí disparado balbuceando entrecortadamente lo que yo pensaba que estaba diciendo con absoluta claridad. Nadie entendió por qué me iba corriendo tan precipitadamente. Pero yo sí que lo entendí, oh sí, créanme, yo sí que lo entendí perfectamente y por eso corría más aún porque el baño se encontraba algo alejado de donde yo estaba y estaba cerca pero lejos a la vez. ¿Se dan cuenta de lo apremiante que era mi situación? Logré solucionar el problema con absoluta normalidad. Cuando salí, nadie me preguntó nada, porque ya sabían que si me preguntaban algo yo terminaba respondiendo lo que jamás me preguntaron así que ahora se contentan por no comprender lo que ni siquiera hago, menos querrán entender lo que realmente hago porque ni yo mismo lo entiendo. ¿Cómo habría de poder explicarlo? Cada uno se dedicaba a hacer lo que tenía que hacer: trabajar puesto que estaban en su centro de labores. Y yo también lo estaba solamente que no tenía que trabajar en ese momento sino después, cuando me llegara el turno de trabajar porque yo trabajo cuando el turno me llega y me llega cuando es tiempo de trabajar así que siempre tengo que esperar que el tiempo se presente y se presenta siempre a la misma hora. ¿Qué raro verdad? Yo andaba pensando en lo que había vivido y en lo que se produciría después, muy poco después: la catástrofe anunciada por mis abuelos, la catástrofe del fin del mundo. La verdad, yo no estaba preparado para algo como eso. Con pánico iba mirando a todas partes para ver si encontraba algún lugar seguro que me sirviera de refugio en el caso de que el fin del mundo se presentara más pronto de lo que pudiera imaginar. Me desesperaba no poder encontrar ningún sitio adecuado para protegerme de esa catástrofe. En eso, llegó a mí el rumor de que los alumnos estaban haciendo correr la bola del fin del mundo porque… no querían escuchar clases, querían irse a sus casas, simplemente por eso. Uffff, que alegría escuchar eso. Saberlo me devolvió la tranquilidad, la alegría y hasta el valor de enfrentar lo imprevisto y cualquier cosa que se presentara, por terrible que fuera. Entonces me puse muy serio. Llamé la atención a los alumnos por andar creyendo en cosas de ese tipo que no son sino cuentos de comadres. Les dije que cómo era posible que andaran creyendo en eso y más aún en utilizarlo para dejar sus estudios. Hablé con mucha convicción. Me escucharon todos los que estaban allí, frente a mí. Eso me dio mucho más ánimo para hablar sobre la importancia de no creer en supersticiones sino que –dije- teníamos que confiar en la ciencia. Señalé que en esta era en que la tecnología había derrotado a las supersticiones teníamos que hacer caso a lo que decía la realidad y no estar pensando en las fantasías supersticiosas de los abuelos. Mi arenga inflamatoria duró mucho tiempo y tenía visos de durar aún más tiempo porque me sentía estimulado por la multitud de personas que me escuchaban atentamente. En eso, en un descanso que me dio la necesidad de respirar, me di cuenta que estaba en un lugar rodeado de espejos, y entonces pude apreciar claramente que la multitud que me escuchaba con tanto fervor era… yo mismo multiplicado infinitamente por la multitud de espejos en que mi imagen se reflejaba. Me alegré que no hubiera nadie más que yo. Porque la verdad ni yo mismo supe jamás lo que había estado diciendo. Entonces, muy dignamente, me arreglé la ropa que se había desarreglado en mi fervor arengatorio y salí del cuarto sin que mis imágenes se dieran cuenta. Mejor que se quedaran allí. Por eso me salí yo solo de ese cuarto y me fui a seguir durmiendo porque aún estábamos de madrugada y no sé francamente cómo es que pude ver al sol en plena madrugada. Tampoco sé cómo mi amiga pudo retratar a un sol inexistente en un lugar donde no había nadie… ni siquiera ella, por supuesto.

1 comentario:

maria dijo...

considero que desde el principio estas muy mal,como es eso que anoche viste una aureola solar...tengo entendido que el sol solo sale de dia... eso por una parte por otra parte tu publicacion esta muy redundante, es creible por el hecho de que tambien la he visto...pero por dios, dejame decirte que esta muy mal contada y te rcomiendo que antes de publicar algo por lo menos lo vuelvas a leer... porque que horror!!! ademas te faltaron las tan nombradas imagenes para sustentar tu historia....