De: Alvaro Pinto : alvaroipc@hotmail.com
Fecha: Vie, 21 de Ago, 2009 10:45 am
Asunto: La ley de educacion ‘orwelliana’ de la tirania chavista (HACER - El Mundo)
Venezuela: La ley de educacion ‘orwelliana’ de la tirania chavista – El Mundo
« ¡Con mis hijos no te metas! », fue la consigna más coreada por la oposición en el año 2001, cuando el Gobierno de Hugo Chávez intentó cambiar la Ley de Educación y tuvo que desistir por la presión de la población. Ocho años después, la revolución bolivariana ha logrado su objetivo, entre protestas de estudiantes y brotes de violencia en las calles.
Una docena de periodistas fueron atacados el jueves por la tarde cuando repartían octavillas en una céntrica avenida de Caracas, mientras que varios cientos de jóvenes universitarios y profesores que intentaban llegar a las puertas de la Asamblea Nacional eran disueltos por la policía.
El ex rector de la Universidad Simón Bolívar, Benjamín Scharifker, denunció ayer «excesos» por parte de la policía y de grupos violentos identificados con el chavismo que, para disipar esta marcha pacífica, utilizaron gases lacrimógenos. Varias personas resultaron heridas, entre ellas el rector de la Universidad Católica Andrés Bello (Ucab), Luis Ugalde, y dos reporteros del Nuevo País y de Globovisión.
La misma frustración sintió Marcos Ruiz, un periodista del diario Últimas Noticias –irónicamente de línea cercana al Gobierno– que junto a otros compañeros repartía panfletos en contra de la nueva Ley de Educación en las cercanías del Parlamento. «Unas 50 personas, algunas de ellas con palos, llegaron cantando consignas como ‘esta calle es del pueblo’ y ‘educación primero para el hijo del obrero’. Nos rodearon y sin mediar palabra nos empezaron a golpear», narró Gladis Pastrana, testigo y compañera de trabajo. Los 12 periodistas heridos cantaban lemas a favor de la libertad de expresión y protestaban contra el artículo 50, que permite al Estado sancionar y cerrar medios de comunicación que «inciten al odio» o «jueguen con la estabilidad emocional de los niños».
La controvertida Ley de Educación fue aprobada, ayer, por la Asamblea Nacional, después que un pequeño grupo de diputados abandonara el hemiciclo, bajo control total del chavismo. El diputado del partido disidente Podemos (izquierda moderada), Ismael García, dijo que impulsará la recogida de firmas para proponer un «referéndum abrogatorio», esto es, contra la ley, considerándola otra carta blanca más para Chávez. También reprochó la actitud de la diputada Aleydys Manaure, quien señaló que el jueves era el día perfecto para aprobar la Ley.
¿Por qué? «El líder de la Revolución cubana, Fidel Castro, celebra su 83º años y éste es nuestro regalo de cumpleaños», dijo esta visionaria letrada del estado de Falcón. El Gobierno defiende que la nueva Ley de Educación, que estuvo paralizada en el Parlamento ocho años, es necesaria para garantizar la «igualdad de oportunidades y promover el pensamiento crítico». El ministro de Educación, Héctor Navarro, señaló que las ideas que plantea este proyecto son «la democracia, la libertad, la herencia libertadora y la historia caribeña». «Durante décadas lograron evitar que los pueblos pensaran y ahora quieren evitar por todos los medios que se les dé herramientas, con el fin de seguir pisoteándolos», aseguró el titular de Educación. Partidos de la oposición, la asociación de rectores y profesores de las principales universidades y organizaciones de estudiantes anunciaron ayer más protestas como «medida de desobediencia».
El alcalde de Caracas, Antonio Ledezma, pidió a la ciudadanía reactivar las caceroladas a las 20.00 horas para protestar contra un Gobierno que «está violentando» la Constitución. La Ley de Educación ha levantado críticas en distintos sectores de la sociedad venezolana, entre los que se encuentran los gremios de profesores y la Iglesia Católica. En un comunicado, el Arzobispado de Caracas pide al Parlamento no suprimir la educación religiosa y aplazar el debate hasta septiembre para que puedan participar las familias, dado que ahora se encuentran en sus vacaciones estivales.
También criticó que el proyecto aprobado asegure en su artículo 12 que «la educación se fundamenta en la doctrina bolivariana, robinsoniana, en el humanismo social», así como está «abierta a todas las corrientes del pensamiento», lo que ha despertado malestar y denuncias de la oposición, calificándolo de «ideologizante».
Olga Ramos, directora de Asamblea en Educación –una asociación civil formada por miles de profesores– destacó algunos aspectos positivos de la Ley, como el aumento de días de escolaridad (hasta un mínimo de 200) y el afianzamiento de la patria potestad. Sin embargo, criticó las enormes prerrogativas que la Ley otorga al Estado en materia educativa y los «numerosos puntos oscuros» de su articulado. «El Gobierno venezolano tendrá todas las competencias sobre la formación de docentes, las matrículas de los colegios privados y podrá sancionar a cualquier tipo de colegio sin el debido proceso judicial, mediante los órganos ejecutivos», señaló esta docente, que estima que el Gobierno tiene ahora vía libre para modificar los libros de texto y reinterpretar la Historia a su absoluta conveniencia. Lea el texto completo de la nueva Ley Organica de Educacion aqui.
Llegan las «leyes revolucionarias»
La Asamblea Nacional de Venezuela, en la que la oposición es apenas una ‘sombra’, está siguiendo las líneas del presidente Hugo Chávez de avanzar en la aprobación de «leyes revolucionarias», lo que está exacerbando la polarización entre partidarios y opositores del Gobierno.
En dos semanas, los diputados han aprobado la Ley de Procesos Electorales, la de Educación y la de Tierras Urbanas, mientras está a la espera una polémica ley sobre propiedad social. Según informa la agencia Efe, Chávez ha confesado que espera que, para el 15 de diciembre, cuando la Constitución bolivariana cumpla 10 años de su aprobación en referéndum, estén aprobadas «todas las leyes revolucionarias» que pavimentarán el camino al socialismo.
Chávez declara la guerra al golf
Desde la terraza del club de golf de Caraballeda, situado sobre las faldas de una montaña con vistas al Caribe y a una marina con capacidad para 200 barcos, el socialismo de Hugo Chávez parecía algo inofensivo. Es lo que pensaban sus socios hasta que el líder de la revolución bolivariana puso su punto de mira sobre lo que califica de «deporte de la burguesía». «Yo respeto todos los deportes, pero hay deportes y deportes», aseguró el mandatario venezolano durante su programa de televisión Aló Presidente, después de analizar el déficit habitacional de muchas ciudades venezolanas.
«El golf no es un deporte popular… Sólo un pequeño burgués puede jugar golf. El golf es un deporte de burgueses», enfatizó el mes pasado Hugo Chávez, quien terminó su disertación diciendo que «el mejor campo de golf en Venezuela es aquel en el que se siembra de maíz». Además, dijo que los carritos que utilizan los golfistas para desplazarse por las instalaciones ilustran su carácter perezoso.
Desde que pronunció estas palabras, el club de Caraballeda, y otro situado en Maracay (a 100 kilómetros de Caracas), han sufrido constantes presiones por grupos cercanos al chavismo, mientras los gobiernos regionales amenazan con la expropiación de estos centros para construir viviendas de bajo coste y un parque infantil.
Alejandro Calles, un venezolano de tez oscura y boca desdentada que trabaja desde hace 50 años como caddy en este campo de nueve hoyos, dice que cerrarlo «sería como cortar un brazo al pueblo. Es una fuente de trabajo muy importante, y un apoyo al turismo».
La costa de Vargas, ubicada a escasos 30 kilómetros de Caracas, es un empobrecido estado de pescadores que vivió su época dorada durante el boom petrolero de los años 70. Unos deslaves de tierras en 1999, durante los que fallecieron más de 25.000 personas por las fuertes lluvias, y la clausura de los principales centros turísticos de la zona –el Hotel Sheraton y el Hotel Meliá Caribe– sumieron a este litoral caribeño en la desidia y el olvido.
«Tras el cierre de estos hoteles, somos la fuente de empleo más importante de la región. Cerca de 300 personas trabajan en nuestras instalaciones náuticas y de golf», apunta Gian Carlos Pérez, gerente del club de Caraballeda, que actualmente se disputa con el Gobierno regional de Vargas estos terrenos.
La declaración de Chávez contra el golf desencadenó todo tipo comentarios. El canal de noticias Globovisión, que mantiene una línea crítica con el Gobierno, emitió imágenes del guerrillero Ernesto Che Guevara jugando a este deporte: «Uno de los iconos de la revolución, palito en mano y buscando un huequito», dijo su popular presentador, Leopoldo Castillo.
También el portavoz del Departamento de Estado de Estados Unidos, Philip J. Crowley, ironizó sobre la capacidad de Chávez de «dividir al hemisferio», y dijo que él se ha erigido en «embajador para el golf del Departamento de Estado» para contrarrestar las críticas del líder socialista.
La beligerancia de la revolución bolivariana contra los campos de golf no es nueva. En el año 2006, el ex alcalde de Caracas, Juan Barreto, intentó expropiar las instalaciones del lujoso Country Club de Caracas para construir viviendas subvencionadas, pero un juicio empantanó la confiscación de estas tierras.
«Si se clausuran estas dos canchas, el número de campos cerrados en los últimos tres años será de nueve», advirtió el director de la Federación Venezolana de Golf, Julio Torres, quien puso en contraposición a China, un país de la órbita comunista que ha construido más de 300 campos dedicados a la práctica de este deporte. Chávez, que dice llevar a Venezuela hacia el «socialismo del siglo XXI» con agresivas nacionalizaciones de empresas, ofrece en sus programas de televisión un amplio abanico de consejos, que muchos de sus correligionarios acatan como órdenes. Desde menospreciar el golf por ser un «deporte de la burguesía» hasta orientar a los padres que tienen que regalar a sus hijos.
Las videoconsolas «fortalecen el individualismo, el egoísmo y la violencia», dijo la semana pasada Chávez, quien sugirió otros más tradicionales como la peonza o el yoyó. «No hay conexión con los amiguitos del barrio ni con la familia. Los niños a veces se enferman, los captura la máquina… Eso es malo, malo, malo», agregó.
Fuente: http://www.elmundo.es/
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