martes, 5 de agosto de 2008

JUAN CRISTOBAL: Con afecto, aquí van los poemas

De: joo cesar - jocajoo1@yahoo.es
Fecha: Jue, 31 de Jul, 2008 8:20 pm
Asunto: JUAN CRISTOBAL: Con afecto, aquí van los poemas


Al son de esa música aterida y secreta … POEMAS DE JUAN CRISTÓBAL


DECLARACION



este es el principio final de mi destino

la declaración permanente e invariable de mi vida

la transparente oscuridad agonizante de mis versos

la debilidad atroz de mis deseos y anhelos cotidianos

convertidos en una fórmula de amor y en una ganzúa

sin remedio

esperando desde la tosquedad de mis recuerdos

la cruz eterna y congelada del olvido

pues todo lo he dejado en manos de los ríos

en la razón absurda y obsesiva de mis huellas

y tú lo sabes bien extranjera andrajosa de mi vida

vampiresa girando sobre la propia cola de tus nidos

aquí todo termina como en la carne apagada del sosiego

como en estos muros oscuros y hediondos del delirio

pues mis ojos / como los ves /

acaramelados e infantiles y cabalgando como locos

en las llanura interminables de la luna

con sus irracionales y corrosivas pesadillas

son –junto a mi dolor-

la verdadera temperatura de la tierra

la savia destrozada y agujereada de las pulgas

la ceguera inútil convertida es magro tesoro de mi pena

es decir el animal perseguido y descuajeringado

entre los fuegos y musgos inertes de las piedras

saliendo de su ausencia y clamando por su culpa

por su mea culpa por su santísima culpa

y sin embargo fabricando millones de sueños y penurias

por amor a tantos horrorosos juegos insensatos de la muerte

como éste que véis aquí incorporado a los gemidos

mientras se mece entre las rosas crudas de los besos

y las plumas leves y aleves de los días







EXILIO



viví en cuartos oscuros y pocos conocidos

amé amores grises soledades terribles

botellas solitarias y peligrosamente vacías

y todo por qué / por amor al mar

y a la alegría cuarteada y pequeña de mis hijos

mi alma se hizo así tibia sorda ruinosa

sin ningún gesto o incipiente o regustado destino

fue cuando empecé a conocer

el lado oscuro grotesco e inaccesible de las gentes

el temor a esa novia que después de las fiestas me decía

en una playa solitaria:

“cuando veas otra vez el amanecer

llorarás sobre mi hombro y tus manos volverán a ser

el carbón apagado del otoño”

por lo que la inseguridad creció

como un pellejo misterioso en mi pecho

y me asombró y me llenó de tantas alimañas en la noche

que no supe qué hacer con las heridas y vaivenes del cielo

con los peldaños oxidados de mis ojos

con la piedad ensangrentada de mis pasos

que a veces se me aparecían entre las voces

sepultadas de la casa

y me acusaban de miles de cosas que no era

y si bien el tiempo fue sencillo tierno generoso

y a veces curiosa y salvajemente maravilloso

(sobre todo cuando me embriagaba con los carteros en el río)

otras veces se asemejaba a un prostíbulo cerrado

al espejo roto y destrozado en las malezas de la envidia

al infierno inacabable en los latidos estériles de mi boca

por lo que decidí regresar a mi guarida

y enfrentar a lo que fuese / al sol por ejemplo

cuando aparecía y desaparecía en el horizonte injusto

o innoble de la hoguera

al son de esa música aterida y secreta de los locos

pero cuando llegué y fui donde los amigos

a recordar nuestras infancias

nuestros partiditos de fútbol en la tarde

nuestras mentiras encendiéndose como murciélagos en el pasto

cuál no sería mi sorpresa cuando todos me humillaron

entregándome –por un plato de lentejas

y unos cuantos frijolitos en otoño-

a los verdugos más ciegos y salvajes del peligro

por lo que temblé y dejé de soñar

como los canarios inaccesibles de los niños

especialmente cuando me gritaban y pateaban

y puteaban en la celda

mientras mi madre (cuyos días

por culpa de su esposo

se parecían

a esa cueva atosigada de moscas y lagartos)

desfallecía como una flor en el agua

en lucha indesmayable por su vida





De: Para olvidar la muerte

Lima, Ediciones Mantaro, 2008





JUAN CRISTÓBAL



Lima, 1941



Ha publicado los poemarios Cantual (1963), Difícil olvidar (1975), El osario de los inocentes (1976), Estación de los Desamparados (1978), Horas de lucha (1980), La isla del tesoro –al alimón con Jorge Teillier– (1982), Celebraciones de un cazador (1994), Asaltos (1987), Vivir es duro (1988), Despedida del bribón (1988), Poblando los silencios (1996). El llanto/el fuego (1997), Palomas de fuego (1998), En las llamas del olvido (1999), Los rostros ebrios de la noche (1999), En los bosques de cervezas azules (antología poética personal 1971-1999) (2001). (leyendas) Para después de la muerte (2001), Memoria de lo infame (2002) y Las armas de la memoria (2002) Ha escrito también poesía para niños y jóvenes: Gidumot (1964), Desde la soledad de las colinas (1989) y Lecciones de Historia (1994).



Su vasta obra ha merecido las siguientes distinciones: Premio Nacional de Poesía (1971), primer puesto en los Juegos Florales de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (1973), mención honrosa de poesía en el Concurso Casa de las Américas (Cuba, 1973), segundo puesto en el Concurso Poesía y Canto para El Salvador organizado por la Radio Venceremos (1981), mención honrosa en el Concurso de Cuento organizado por la Asociación Peruano-Japonesa con el libro Aguita’e coco y tercer puesto en la IX Bienal de Poesía “Premio Copé 1997”.

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